Un núcleo urbano con personalidad propia. Lugar donde se fraguó el primer ensanche urbano de la ciudad con las hoy calles Asensi, Herrero, Bartolomé Reus, Ramón y Cajal… y que acababa en la actual plaza Fadrell, detrás de la cual solo habían huertos de naranjos. La primera ubicación del monumento del sector fue la plaza de la Paz, pero el rápido crecimiento urbano hizo que la gaiata asentase sus reales en la plaza Fadrell

Un paisanaje territorial en el que predominan las casas señoriales y también la arquitectura de futuro en una expansión urbana que no se detiene. Hay que hablar de la calle Asensi, un vial de marcado carácter financiero con sus bancos y entidades de crédito, y su sello comercial, donde las grandes marcas de ropa y equipamientos se adueñan del ir y venir dentro del día a día de los castellonenses en una de las zonas urbanas de mayor calado social y de abolengo ciudadano.

Pero, sobre todo, y evocando la antigua partida rural de Fadrell, está la ermita neogótica dedidada a Sant Jaume, punto de inicio de la ruta levantino-aragonesa del Camino de Santiago. Castellón en clave jacobea, con esa vocación universal y de mezcla de culturas. Y de solidaridad.Un ermitorio que cuenta con su cementerio, uno de los cuatro camposantos con los que cuenta la ciudad turquesa y naranja.

Destaca el carácter de futuro de Fadrell, con la plaza Doctor Marañón, epicentro de terrazas multitudinarias donde muchos castellonenses pasan las horas del ser y del estar. Y qué decir de la noble avenida Casalduch, un vial que conecta el centro urbano de la capital de la Plana con el sur. Adarve, barbacana, fortaleza, señorío y prestancia hacen del barrio de Fadrell uno de los más característicos de la capital. Con ese monumento al llaurador que se convierte en emblema de todo un pueblo agrícola.

Plaza Fadrell que alberga los domingos el Mercat de la Taronja, simbolismo de una ciudad para la que la fruta dorada sigue siendo uno de sus baluartes.