Helena Solano Miralles ha cumplido su sueño, el de ser madrina. Este año tiene la gran responsabilidad de ostentar el cargo de máxima representante de la gaiata 7, Cor de la Ciutat. Una oportunidad que se presenta normalmente una vez en la vida y que, como dice Helena, «hay que exprimirla al máximo».

Ella ya sabe lo que es vivir la fiesta de cerca, pues siempre ha estado vinculada a los actos de la Magdalena por el grupo de baile al que pertenece, la Asociació de Estudis Tradicionals Grup Castelló, con el que ha actuado en numerosas ocasiones en la ofrenda. No obstante, es su primer año como madrina, cargo que ocupa animada por su marido, Javier Villarroya, que junto a su abuelo disfruta desde hace muchos años en el sector Cor de la Ciutat.

Helena, de 26 años, pertenece desde el año 2017 a la gaiata 7 y emprende esta nueva aventura «con mucha ilusión y ganas», sobre todo de vestirse de castellonera. Y es que la joven se dedica a la moda y la confección, y ha diseñado ella misma los trajes que lucen ella y su marido en los desfiles. «Aún te hace más ilusión cuando las cosas las hace uno mismo», asegura a este diario.

Sus actos predilectos de la Magdalena son el Pregó, el Desfile de Gaiates y la ofrenda de flores a la Virgen. Momentos que disfrutará al lado de la comisión y junto a la pequeña Sofía, madrina infantil para el periodo festivo 2020, de la que dice ser «encantadora y divertida», y que además da la casualidad de que son vecinas, por lo que la relación «es excepcional». Un sentimiento que comparte también con el resto de miembros del sector, pues Helena afirma que Cor de la Ciutat «da siempre lo mejor de sí para que los vecinos disfruten cada año de las fiestas de su ciudad».

Respecto a la gaiata como asociación, Helena anima a los ciudadanos a participar de ella. «Se viven las fiestas de otra manera. Descubres tradiciones de Castelló, su simbología e historia, raíces que la población muchas veces no llega a conocer», declara.

La máxima representante de Cor de la Cuitat espera la puesta de largo de mañana «con nervios e ilusión, sobre todo por la imposición de bandas», concluye.