Si hay en los Juegos Olímpicos de Río 2016 un equipo poblado de superestrellas, ese es el de baloncesto de Estados Unidos. Los chicos de la NBA viven acostumbrados a unos estándares de lujo y servicios, rayanos con el vasallaje, que no encuentran tan fácilmente en la competición en Brasil. Paul George, alero de los Indiana Pacers de 26 años, lo ha podido comprobar durante el partido de EEUU contra Venezuela.

En un momento dado, sentado en el banquillo, bebe en un vasito de plástico y, cuando ha terminado, con un gesto mecánico mueve la mano hacia atrás, sin mirar, a la espera de que algún asistente raudo le libre del vasito desechable. Tras unos segundos, George se percata de que el vaso sigue en su mano, ningún criado se lo recoge, se da cuenta de que está en otro mundo y lo deja en el suelo. Un pequeño vídeo, un pequeño gesto, un significado enorme. Esto no es la NBA, George.