Parece que el Ministerio de Educación cada vez pinta menos, tal y como quedó plasmado la semana pasada en la reunión con los consejeros autonómicos. Como su jefe, Pedro Sánchez, la ministra Isabel Celáa ni come, ni deja comer. O dicho de otro modo, ni sabe ni quiere liderar.

El Gobierno de España no se ha preocupado siquiera de ofrecer un plan para la desescalada con criterios homogéneos ni un plan de prevención para la reapertura de los centros educativos. Efectivamente, han demostrado que no tienen ni plan A, ni B ni C ,y lo único que esta ambigüedad informativa está generando es una gran angustia entre toda la comunidad educativa. Padres, docentes y alumnos asisten atónitos a la inacción y la falta de competencia de un Ejecutivo más centrado en salvarse políticamente que en salvar a los españoles.

Pero esta indecisión se ha llevado también por delante al Botànic. Como si de una avalancha se tratara, el señor Marzà tampoco ha explicado a los docentes en qué condiciones van a trabajar, con qué medidas sanitarias se cuentan, cuál es el protocolo de desescalada en los diferentes niveles educativos, cuál es el ratio de alumnado, qué criterios se aplicarán para la elección, con qué recursos humanos y tecnológicos contarán y cómo será la adaptación del currículum educativo.

Demasiadas preguntas sin respuestas. Sin embargo, sobre lo que sí tenemos información es acerca de los recortes en la eliminación de los barracones y de las aulas de Comunicación y Lenguaje en la provincia de Castellón, así como del retroceso en la conciliación y la corresponsabilidad que va a suponer la falta de plan de ambos Gobiernos.

*Diputada autonómica y portavoz provincial de Ciudadanos