Querido/a lector/a, la actitud de Vox y su clara influencia en la vida española me recuerda que hace tiempo, y mientras contaba en una clase de la UJI mi experiencia en el Centro de Información de Trabajadores Inmigrantes de CCOO de Castellón, una alumna me pregunto si la presencia de la extrema derecha en España (Vox todavía no pululaba) afectaría de alguna manera a la política de extranjería.

Recuerdo que le comente, por lo que ya se sabía que pasaba en la UE, que condicionaría de forma decisiva no solo la política de extranjería e integración social, sino toda la realidad política, económica y social del país. Incluso le amplíe la respuesta y le dije que en Alemania, por ejemplo, y por miedo a perder votos, el SPD, la socialdemocracia, evitaba hablar de inmigración en mítines.

En Francia, la derecha de Sarkozy, condicionada por Le Pen, solicitaba que los ciudadanos actuaran de policías y denunciaran la presencia de inmigrantes sin papeles. En Grecia, la policía (casi toda simpatizante del partido Amanecer Dorado de extrema derecha), y mientras el Gobierno miraba a otro lado, tomaba decisiones con los inmigrantes que no eran de su competencia y estaban condenadas por propia UE. En Dinamarca y Finlandia, por seguir con otros ejemplos, presionaron a los gobiernos para que les cerraran las fronteras a los africanos que huían de conflictos.

En definitiva, el auge de la extrema derecha en cualquier país marca la agenda política hasta el extremo de implicar la pérdida de derechos y libertades y hacer renacer un nacionalismo superado tras la II Guerra Mundial. Si además hay crisis económica, incitan a debilitar el Estado social y a no invertir en políticas de equilibrio social como sanidad, educación, servicios sociales... Por decirlo de otra forma, generan un déficit democrático que va más allá de la inmigración y afecta a toda la sociedad. Más o menos.

*Analísta político