La casualidad ha colocado a Alemania al frente de la presidencia rotatoria de la Unión Europea justo en uno de los momentos más críticos para el futuro del bloque. En los seis meses que van desde el pasado 1 de julio hasta el próximo 31 de diciembre, la Unión tendrá que aprobar el plan que le permita afrontar la gran crisis provocada por el coronavirus, tendrá que aprobar también el presupuesto de la UE para los próximos siete años -el marco financiero plurianual, en la jerga comunitaria- y deberá rematar las negociaciones con el Reino Unido sobre el brexit. Casi nada.

El estado de ánimo generalizado oscila entre el sentido de urgencia y la necesidad de un liderazgo capaz de guiar el trasatlántico a través de unas aguas llenas de obstáculos. Y la sensación también es que, si Alemania no puede lograrlo, ¿entonces quién?

Durante años se ha discutido la necesidad de que Berlín tuviera un papel más determinado, en el conjunto europeo. La «potencia reticente» la bautizó la periodista y antigua corresponsal en el país Pilar Requena en un libro publicado en el 2017. Hoy, en medio de la última crisis existencial de la Unión, parece que Alemania está decidida a dar ese paso al frente.

Así se dejó sentir durante la reunión anual del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) de hace unos días. Tenía que haberse celebrado en Berlín, pero, como tantas actividades en todo el mundo, acabó siendo telemática gracias al coronavirus. En su discurso inaugural, el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Heiko Maas, destacó las dos palabras, las dos ideas fuerza sobre las que se basa la visión germana del futuro de la UE: solidaridad y soberanía.

La solidaridad contenida en la propuesta franco-alemana para la recuperación. Un plan revolucionario, no solo en el volumen económico y en la voluntad de movilizar fondos europeos para hacer frente a la crisis provocada por la pandemia, sino también en el deseo de no volver a cometer los errores del pasado, que no han hecho sino acrecentar la distancia entre unos países y otros.

*Periodista