Querido/a lector/a, he visto que Pep Martí , el presidente de la Dipu de Castellón, teniendo conciencia de las consecuencias que está generando el covid-19, vuelve a solicitar (a las fuerzas políticas de la institución provincial) el consenso necesario para elaborar y aprobar por unanimidad los presupuestos del 2021. Posiblemente porque es la forma más adecuada de responder con eficacia a los retos que plantea la pandemia del coronavirus. Pero, también, porque es el momento clave para reconciliar a la política y a los políticos con la sociedad y, demostrar así, que son útiles y están al servicio de las necesidades de sus gentes y tierras.

La cuestión es que, a pesar del deseo de acuerdo y aun reconociendo la oportunidad de la propuesta, la realidad cotidiana demuestra que no es fácil. No podemos olvidar que partido viene de parte, de representar los intereses de una parte de la sociedad y no de toda, de elegir unas y no otras prioridades, etc. En última instancia, y por qué no decirlo, ser fiel a los propios principios puede ser una conducta admirable y, un desacuerdo, en la medida en que también abre la esperanza a la existencia de otra política y otra forma de hacer política, mejor que un mal compromiso. No obstante, creo que este no es el momento para la desavenencia. En la medida en que las consecuencias del covid-19 afectan de forma dramática a algo tan esencial y de todos como la salud, el contrato social, el desarrollo económico..., parece que lo necesario y urgente es invertir en pactos y consensos que hagan que nuestras fuerzas y posibilidades (también los presupuestos de la Dipu) sean más transformadoras. Ahora toca, pues, que todos, repito todos, participen en la elaboración de los presupuestos y, al final, que todos y cada uno los aprueben porque sienten que han sido decisivos en su configuración. ¿Será esto posible? No lo sé, la verdad. Pero está claro que es algo imprescindible. H

*Analista político