El hecho de que las elecciones del 21-D no hayan resuelto nada en Cataluña y hayan devuelto la situación política a la casilla de salida condiciona el desarrollo de multitud de acontecimientos del año que empieza. De cómo se resuelvan las incógnitas más importantes -quién será el nuevo president, qué Govern se formará, quién presidirá el Parlament- y de cómo evolucione el procés dependerá, por ejemplo, la autonomía financiera de la Generalitat catalana, si habrá o no Presupuestos -en Cataluña y en el conjunto de España--, pero también si el Mobile World Congress asegurará su continuidad en Barcelona, si habrá avances en la financiación de las autonomías y en la comisión del Congreso que revisa la cuestión territorial e incluso si la actividad cultural catalana recuperará o no la normalidad.

Paralelamente, la cuestión catalana ha monopolizado otros debates que afectan muy directamente a la Comunitat Valenciana, como es el asunto de la financiación autonómica. El president Ximo Puig puso ayer el acento en que el conflicto secesionista no monopolice más una situación que se ha vuelto insostenible para las arcas públicas valencianas. El jefe del Consell argumentó que la Comunitat «ha cumplido» y ahora espera que «el Gobierno cumpla con la Comunitat». Es su exigencia para encarar ya, de manera urgente, un cambio de modelo que corrija los actuales desequilibrios financieros.

Por otra parte, la corrupción no abandonará el primer plano porque en Cataluña se conocerá, al fin, seis meses después del juicio y tras casi nueve años de instrucción, la sentencia del caso Palau, que puede asestar otro golpe a la antigua CDC, y un miembro de la familia Pujol, Oriol, ingresará en la cárcel. En España habrá sentencia del caso Gürtel, un obstáculo para que el PP recupere votos en su disputa con Ciudadanos (Cs), agudizada tras el 21-D. Frenar a Cs será también objetivo del PSOE, cada vez menos preocupado por su flanco izquierdo con el desinfle de Podemos.

Fuera ya de la influencia del procés, el 2018 se inicia con una economía en proceso de frenado y un mundo más peligroso que el de principios del 2017. Eso se debe fundamentalmente a la errática, egoísta y aislacionista política de Trump, que, con su consigna de América, primero, ha cercenado la multilateralidad en Oriente Próximo -ha reconocido a Jerusalén como capital de Israel y ha amenazado el pacto nuclear con Irán-- o en los acuerdos comerciales, y ha situado a China y a Rusia -pese a sus devaneos con Putin- como enemigos en la estrategia de la Casa Blanca. Trump ha sido en el 2017 todo lo malo -o peor- que pronosticaban sus bravatas en la campaña electoral y su pugna barriobajera con Corea del Norte es el mejor ejemplo.

En clave castellonense, la economía sufrirá en 2018 una ligera desaceleración debido a los nubarrones que se ciñen en diversos mercados internacionales, claves para el dinamismo exportador de una provincia como ésta. Pese a todo, Castellón seguirá creciendo por encima de la media española en un año en el que verá la llegada del AVE o la concreción de infraestructuras viarias como la N-232, un periodo que no podrá sustraerse a las elecciones autonómicas y locales del 2019, que volverán a poner a prueba la fortaleza y debilidades del Pacte del Botànic.

Finalmente, hay que confiar en que en el nuevo año se intensifique la lucha contra la violencia machista y el acoso sexual, tema en el que el juicio de la Manada y las numerosas denuncias surgidas en Hollywood deben ser un aldabonazo para acabar con esas lacras.