Una ley no cambia el mundo, pero puede señalar el camino de las transformaciones. Les Corts Valencianes aprobaron hace unos días -por unanimidad casi completa y sin votos en contra-- la nueva Ley de Turismo, Ocio y Hospitalidad. No es un tema menor en un tiempo en el que la política tiende al desgarro y campa una tremenda falta de miras para asumir algún tipo de consenso en aquellos temas que podríamos denominar de estado. El turismo lo es. Así lo hemos ido cultivando en los últimos tiempos.

Quienes sigan nuestra manera de interpretar este periodo de crecimiento, sabrán que no nos complace contar cabezas ni acomodarnos en datos coyunturalmente plácidos. Este es un momento para tomar decisiones estructurales y poner las luces largas. Un tiempo para la cooperación y las alianzas. Todo está cambiando. Cambia la oferta, la demanda, los modelos de negocio, la tecnología, el clima, etc.

Tras el encargo y presentación del Libro Blanco para una Nueva Estrategia Turística en la Comunitat Valenciana, asumimos el reto de redactar y aprobar una ley integral que abordara los diferentes aspectos que envuelven la principal industria de este territorio.

MERECE LA PENA destacar algunas de las principales novedades del texto. La Ley consagra la sostenibilidad y la vertebración del territorio como marco de desarrollo. La ley asume el espíritu y la letra del Código Ético Mundial del Turismo que trasladamos a nuestra realidad valenciana (el primer gobierno que legisla su entorno con ese propósito universal). La ley crea un sistema de innovación, conocimiento y capital humano como activos de la economía turística. Apuesta por los destinos turísticos inteligentes y formula toda una nueva arquitectura de gobernanza del sector y del territorio. Aparece la figura del Estatuto del municipio turístico. Cuando las oportunidades fluyen por el mundo deteniéndose solo en aquellos territorios que saben lo que quieren, no podemos regalar ni un minuto más a la fragmentación.

La ley hace de la hospitalidad una estrategia identitaria de diferenciación y de transformación del modelo.

Como he comentado en diversas ocasiones, esta ley trasciende la mirada estrictamente administrativista de preceptos, multas y sanciones. Por supuesto que regula todo cuanto tiene que regular e incrementa los instrumentos para combatir el intrusismo y la economía sumergida. Pero lo que realmente pretende esta ley es construir un relato y una propuesta de valor. En el mundo competirán aquellos destinos que aporten rasgos de singularidad y huyan de la estandarización.

Esta ley no es neutral. Formula el marco conceptual y pretende estimular el ecosistema socioeconómico que dé cuenta del cambio de modelo a la luz de los valores que se describen y asumen. No nos valdría cualquier propósito. Por primera vez, una norma aborda el ocio más allá de los decibelios y límites horarios. Lo hacemos como pieza clave del branding y la arquitectura de marca en una tierra de músicos, artistas, creadores, hosteleros, festivales, hedonismo y tolerancia. Un estilo de vida que debemos proteger y proyectar en un mercado llamado mundo.

*Secretario autonómico de Turismo