El nacionalismo persigue la construcción de estados monolíticos, con lengua, cultura y costumbres únicas. Se distingue del patriotismo, en que este está orgulloso de lo propio, pero aquél, además, desprecia lo que considera ajeno.

El nacionalismo, cuando alcanza una mayoría suficiente, limita, o directamente prohíbe, conductas que se alejan de su hombre modélico, que, naturalmente, piensa, habla y vota como los dirigentes del país imaginario.

Para que tenga lugar el alumbramiento de este Estado «feliz», repleto de mujeres y hombres uniformes y perfectos, el control de las aulas y de los medios de comunicación es indispensable.

En Cataluña la ocupación de las aulas y el control de los medios de comunicación hace que en 30 años se haya multiplicado el número de separatistas. Un potente grupo de medios públicos, la retirada de licencias a radios hostiles, las concesiones a grupos afines y un régimen de subvenciones «per a fer país» han logrado crear una conciencia de especialidad en buena parte de los ciudadanos de Cataluña que les ha llevado a pretender elevar fronteras con el resto.

En la Comunitat Valenciana sucede lo mismo. Con solo dos años de nacionalistas en el Consell, además de Compromís, una parte de los dirigentes --no la mayoría de sus votantes-- del PSPV también lo son, los pasos que han dado son significativos.

Aquí, en su obsesión por transformar las aulas en fábricas de niños nacionalistas, se han precipitado, y los tribunales los han frenado por «discriminadores», al negar la titulación de inglés a los niños que eligen castellano. Pues según el TSJCV --y el sentido común-- es discriminatorio, una «sanción indirecta», ilegal y contrario a la Constitución.

Pese a ello han convertido por decreto-ley a los niños en «avanzados» si hablan como los nuevos jefes y si solo hablan como sus padres se quedan en «básicos».

LAS SUBVENCIONES a los medios de comunicación de la Comunitat Valenciana son ya si escribes o hablas en la lengua que pretenden única, la de los nuevos jefes y jefa, claro.

Como, felizmente, los periodistas suelen rebelarse, habrá una nueva tele pública, que, a pesar de que «España nos roba» --por la financiación autonómica que PSOE y nacionalistas aprobaron, se supone--, dispondrá de 500 contratados, y 110 millones de presupuesto, aunque en nuestra sanidad pública crezcan las listas de espera y los dependientes no cobren.

Pero la hoja de ruta, aquí hoy, como hace 30 años en Cataluña o País Vasco, está marcada: aulas y medios de comunicación. Con el control de ambos y el simple paso del tiempo la ingeniería social obra milagros.

Aulas y medios; y tiempo.

*Presidente del PPCS