Durante los últimos siete u ocho meses, incluidos los meses de confinamiento, hemos visto semanalmente cómo algunos o algunas desaprensivos o desaprensivas, muy pocos y muy pocas por cierto, esparcían por el suelo o depositaban basura doméstica, restos orgánicos de jardín y enseres de diverso tipo y tamaño, junto a los contenedores de la Penyeta Roja, es decir, los situados junto al puente de la autopista, al lado del antiguo cuartel. Es por donde pasa a diario casi todo el vecindario de Penyeta, Racó y Tossal, y otros muchos ciudadanos de Castellón que transitan por estas partidas del término municipal.

El espectáculo sucio y cutre junto al puente de la autopista, junto al cuartel, junto a una parada del autobús. Y además ha sido y es un peligro grave para la salud y salubridad de todos. Virus y bacterias viven más felices por el suelo que resguardadas dentro de los contenedores oportunos o en los depósitos del ecoparque, que está en las cercanías. Un riesgo innecesario para todos, que las brigadas de limpieza municipales trataban y tratan de poner en orden un día sí y el otro también. Una acción cívica y carente de sentido en una ciudad como Castellón, por lo general una ciudad bastante limpia, que hace unos años recibió el premio Escoba de oro precisamente por su limpieza.

Y esas acciones incívicas y desagradables que ponen en riesgo la salud del vecindario en estos tiempos de pandemia, tenían y tienen lugar a escasos 200 metros de donde está ubicada la Central de nuestra Policía Local. Que se sepa no ha habido hasta la fecha vigilancia alguna, ni noticia de denuncia o amonestación a quienes realizan tales acciones. El escritor latino Juvenal , hace 2.000 años, escribió aquello de « quis custodiat ipsos custodes ?», es decir «¿Quién vigila a los vigilantes?». Claro y ahí ha estado y está la porquería un día sí y el otro también.

Pero volvamos al inicio del desaguisado contra la salud, contra la limpieza que desean la inmensa mayoría de los castellonenses, y desaguisado contra el más elemental sentido común: cuando se ubican junto al puente los contenedores --hace como unos 7 u 8 meses--, y comienza la cochambre casi cotidiana, aparecen en el ámbito privado del vecindario los dimes y diretes. Comentarios sobre el hecho del traslado desde el lugar de la ubicación anterior, a unos 150 metros de la actual, hasta donde ahora están. Según los comentarios que han circulado en el ámbito privado, a los vecinos de la parcela contigua a la anterior ubicación les molestaban los malos olores y la proximidad de la suciedad. Y al parecer, los protagonistas en el vertido de basuras y enseres por el suelo querían mostrar su disconformidad o protesta contra el traslado mediante esas acciones incívicas. Insistamos en que se trata del ámbito de comentarios privados, de los dimes y diretes existentes en casi todas las pequeñas comunidades de seres humanos. Ese tipo de información puede coincidir con hechos reales o no, y los hechos referidos pueden ser posibles o verosímiles. No hay pruebas fehacientes, de modo que se puedan creer los hechos de forma indudable.

Indudable y fehaciente es el hecho de que el entorno de los contenedores en su anterior ubicación, era una cochambre como la de ahora, pero se veía menos. De ellos podrían dar fe las brigadas municipales de limpieza. Y eso en primer lugar.

Porque quien está disconforme o quiere protestar tiene todo el derecho del mundo para hacerlo sin poner en peligro la salud de los demás. Nos podemos manifestar pacíficamente, organizar sentadas ante el consistorio municipal, acudir a los medios de comunicación social… y en un montón de medidas más, y sin necesidad de molestar a los demás vecinos.

Y en tercer lugar hay un problema real en la Penyeta Roja y el Racó de Torreta que, sin duda ha de ser tratado, negociado y solucionado con los responsables de nuestro Ayuntamiento: la ubicación de sus contenedores para la basura. Desde el puente de la autopista, donde están ahora los contenedores, hasta las primeras viviendas de la urbanización hay una distancia de 1.200 metros; distancia que se eleva a más de dos kilómetros si pensamos en el final de la calle Castellet en el Racó, el final de calle Joan Miró o Rosalia de Castro, u otras similares. Son distancias incomprensibles para depositar la basura, so pena de tener que utilizar el medio poco ecológico del coche, la moto o el helicóptero, depende de la edad. Y todos sabemos lo saludable que son los paseos.

Porque estos humildes cerros, como la Penyeta Roja, el Tossal Gros o el pequeño promontorio donde se levantó hace más de tres siglos la Torreta Alonso; porque estos cerros, digo, áridos y pobres donde crece el margalló, l’argilaga i la pitera son importantísimos para Castellón y para toda la Plana. Protegen la llanura de los fríos del norte, de la gélida Tramuntana, y garantizan un clima especial en la llanura marítima; una Plana sin heladas donde siempre crecieron plantas subtropicales como la caña dulce y el naranjo. Unos cerros que convierten en enero o diciembre los fríos centroeuropeos o de Morella, en un invierno primaveral y mediterráneo. Estos cerros no tiene necesidad alguna de virus ni bacterias, ni de suciedades o acciones incívicas. Pero lamentablemente algo huele a podrido junto a los contenedores, donde hiede algo como en la Dinamarca de Hamlet , por recordar algo tan limpio como Shakespeare . H