Se podría pensar que el próximo domingo no nos jugamos nada porque todo seguirá igual, pero eso sería un error. Tras cuatro elecciones, en cuatro años, los españoles estamos hastiados y más que desconfiados, no cabe reproche al respecto a la ciudadanía, pero no puede ser la excusa para no acudir a votar.

El próximo domingo decidiremos entre dos opciones equidistantes; nos jugamos el modelo de país que queremos escogiendo entre un proyecto sólido y comprometido, o por alguien con incapacidad de pactar, dialogar y sumar apoyos, tan manifiesta y enorme como su arrogancia.

Esto ya no va de recuerdos en blanco y negro, ni de colores políticos. Va de jugarnos el futuro de los españoles, el modelo de país al que aspiramos, donde nuestras acciones tengan repercusión, con derechos y obligaciones, viviendo en un país libre donde el esfuerzo, el trabajo y la constancia sean un valor reconocido.

Puede haber muchas opciones, pero únicamente dos modelos: un modelo de izquierdas tan ávido de poder, capaz de retorcer verdades y argumentos, que apuesta por un incremento sangrante de los impuestos, con más aspirantes que ministerios, o un proyecto de centro derecha, liberal, y efectivo donde las personas, las familias, son nuestra razón de ser. Donde apostamos por la competitividad, el talento y la empleabilidad, siendo los jóvenes nuestro activo y los mayores nuestro valor añadido. Elegiremos entre un modelo de país entendido como una acumulación de territorios hasta que alguien se canse, o uno fuerte, vertebrado y unido, orgulloso de su diversidad, su historia y cultura común. Elegiremos un país integrador, con proyectos y objetivos, o un país rehén de quienes exhuman el pasado para inhumar nuestro futuro, con discursos grandilocuente, pero con políticas vacías.

Tenemos un presidente en funciones agotado y fracasado, que habla mucho y escucha poco, que representa políticas de brochazo, anuncios vacíos y trazo largo, desdibujando el futuro de un país, que no nos lo merecemos. Por eso, si queremos tener una esperanza de cambio y proyecto de futuro, la única opción útil es la que presenta el Partido Popular. En una provincia como Castellón no podemos fraccionar ni dividir 37.000 votos que suponen 37.000 voluntades de cambio. Por todo lo que nos une, contigo sumamos.

*Presidenta del PP de Benicàssim