Ahora nos van a volver locos con lo del indulto. Es la gran tortura que llega. Podríamos tener un debate racional sobre lo que puede suponer jurídicamente. O políticamente. O como tregua humana para intentar abrir una nueva etapa. O como conveniencia. O como inconveniencia. O como decepción íntima tras ese telón de fondo del «lo volveremos a hacer» que continúa acompañando lo que nos pasó. Pero no hay que hacerse ilusiones: todo será básicamente ruido. Nos hablarán a todas horas sobre eso hasta conseguir que no solo no entendamos nada sino que tampoco tengamos claro lo que realmente opinamos personalmente.

Un amigo ha hecho el esfuerzo de resumirme en una sola frase lo que piensa el mundo indepe sobre este indulto: no lo quiere pero lo quiere. Para ese sector el mínimo deseable es la amnistía, dice, pero eso está descartado y se sabe. Pero por la situación personal de los presos tanto el independentismo como quienes desean que Catalunya recupere un mínimo grado de convivencia soportable necesitan la salida a la calle de esos presos. Además de los indepes hay muchos otros ciudadanos catalanes que opinan que los encarcelados sufrieron una prisión preventiva abusiva, que fueron condenados utilizando una mala tipificación legal de lo que hicieron contra los ciudadanos a quienes atropellaron, que el tribunal optó por unas salidas jurídicas discutibles e impuso penas mucho más largas de lo que habrían sido en cualquier otro país de nuestro entorno...

Pedido el indulto, requisito que ya se ha cumplido, el Gobierno de Pedro Sánchez tiene la obligación de iniciar la tramitación aunque eso no signifique vaya a acabar concediéndose. Al mismo tiempo anuncia que empieza los trámites para reformar la necesaria tipificación del delito de sedición, que está desfasado. Pero los de la bronca, ala Casado , ni siquiera quieren que el Gobierno cumpla con su obligación explícita –hacer lo primero– y su obligación técnica –iniciar lo segundo– ya que prefieren seguir jugando con Catalunya. Aún no lo han hecho bastante. Se parecen tanto a los de la otra bronca, la del ala de Torra , que merecen que les llamemos globalmente convergentes. Es un buen nombre. H

*Periodista