Querido/a lector/a, esta semana me ha hecho gracia eso de «la derechita cobarde». Frase pronunciada por Abascal, el de Vox y, que ha sentado muy mal al casi siempre ridículo a José María Aznar.

Pero, para entenderlo todo, hay que aclarar que la frase no se pronunció por casualidad. Y es que, hasta hace poco Abascal era un militante del PP que por sus convicciones ultraconservadoras, franquistas, era protegido y mantenido con cargos institucionales y subvenciones (para su fundación) por los Aznar, las Aguirre etc. Beneficio este que le obligaba (y así lo hizo) a seguir en el PP y cumplir con el papel de acusar a Rajoy y Soraya de cobardes y de haber renunciado al ADN o de la identidad de la derecha española. Algo que no es cierto porque, como prueba, ahí tiene la desgraciada reforma laboral o los recortes sociales de carácter austericida a los que nos sometió Mariano para salir de la crisis fomentando la desigualdad y en beneficio de los ricos. Pero bueno, Abascal vio tanto facha en el PP que creyó en sus posibilidades, se fue de ese partido y fundó Vox. Circunstancia dramática en la medida en que debilita al PP (ya no absorbe sino que se desparrama), divide a la derecha y la aleja del poder. No obstante y a pesar de la rabieta de Aznar («eso nadie me lo dice a la cara») por la declaración de Abascal, no se atreven a criticarlo seriamente porque en el fondo consideran que es uno de los suyos, que algún día puede volver al redil y, en última instancia, les puede hacer falta para desde el acuerdo conseguir el gobierno. En cualquier caso son casi todos iguales: el PP, Ciudadanos y Vox. Representan a esa derecha española que, aunque pase el tiempo, siempre tiene toques de poco dialogante, moderna, democrática y europea. La que nunca tuvo valores sociales y se mantuvo en el autoritarismo. La que ahora, más que proponer soluciones, piensa ganar con injustificados y crueles insultos contra la izquierda.

*Analista político