De niña estudié en un colegio concertado porque así lo decidieron mis padres. Ellos tuvieron la oportunidad de elegir y así lo hicieron. Del mismo modo que yo, años más tarde, decidí estudiar en un instituto y en una universidad pública. Lo que acabo de explicar evidencia que durante años han convivido en harmonía ambos modelos, el concertado y el público, porque ambos son necesarios y ambos son complementarios. Apostar por una educación pública de calidad no significa demonizar la enseñanza concertada, y viceversa. Pero es que además, en términos económicos, el concierto educativo es muy interesante para la administración porque ¿saben cuánto le cuesta a la Generalitat de Ximo Puig y Mónica Oltra un niño en una escuela pública y el mismo en una concertada? Pues el doble en la primera, es decir, 6.000 euros en un centro público y 3.000 en uno concertado. La diferencia la abonan las familias y la aportan los propios centros, reduciendo todo tipo de costes. Por eso, es incomprensible el acoso y persecución a la que está sometiendo el Consell de socialistas y nacionalistas de Compromís a la educación concertada. Por eso, desde el Partido Popular apoyamos la campaña de estas familias en defensa de ese modelo educativo. Por eso y porque creemos, por encima de todo, en la libertad de los padres y madres a elegir el centro y el tipo de educación que quieren para sus hijos. Estoy convencida de que en España existe actualmente un buen sistema educativo que, por supuesto, hay que mejorar. Eso si, está basado en la pluralidad, la calidad y la libertad. Y estos son los principios que deben regir la política educativa de todo gobierno para que las madres y los padres decidamos entre varias opciones cuál se adapta más a nuestro modo de pensar, a nuestras creencias y al modo en que entendemos y vivimos nuestras vidas. Las familias no queremos que la administración decida por nosotras qué es lo mejor para nuestros hijos, no queremos que nos imponga un único modelo educativo, no creemos en el pensamiento único. Por eso le pido al conseller de Educación que cese en su empeño por asfixiar a los colegios concertados, que mantenga las aulas y las ratios necesarias para satisfacer la gran demanda que tienen y que les apoye económicamente porque sufren un déficit de financiación muy importante. Y lo digo absolutamente convencida porque estudié en centros públicos y concertados. La política no debe servir para enfrentar a la sociedad, ni en las calles ni en las escuelas, y eso es lo que está alentando la izquierda, la misma izquierda que confunde educar con adoctrinar. H

*Portavoz del Grupo Municipal Popular en Castellón