Quizás no hayamos oído nombrar el Efecto Pratfall, pero seguro que hemos vivido sus resultados. Este efecto se descubrió hace 50 años en una Universidad de EEUU (Minnesota), cuando un grupo de investigadores pidió a estudiantes que participara en un concurso de conocimientos. En el estudio a voluntarios se les dejó ver una grabación de un supuesto competidor que también haría la prueba. En realidad había cuatro vídeos, a pesar de que a cada candidato se le decía que era uno solo. Una de las cintas estaba grabada con un competidor que era absolutamente competente y que tenía un promedio de aciertos del 95%. En otra, el candidato era mediocre. La tercera cinta mostraba al mismo competidor brillante, pero se le caía el café y manchaba su traje. El último vídeo representaba la misma escena, pero esta vez con el candidato menos eficaz. Al final, las cifras probaron que el competidor eficiente que había tenido un accidente era quien más simpatías despertaba. Por el contrario, el que menos motivó a los demás fue el candidato discreto que cometía errores.

Y es que las personas sentimos mayor simpatía por aquellos que son eficientes, pero que de vez en cuando cometen algún error, ya que tendemos a ver a las personas que cometen algún fallo como más cercanas y confiables. De ahí que, cuando cometamos algún error, recordemos que tal vez esa equivocación es un punto más en nuestro atractivo. H

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)