Las elecciones legislativas de hoy en Irán ni son libres ni imparciales, pero constituyen la mejor ocasión que tienen los iranís de modificar las coordenadas políticas del régimen teocrático controlado por la casta religiosa que ha impuesto su ley desde los tiempos de la revolución, en 1979. El reformismo ha tenido todo tipo de dificultades para presentar candidatos a estos comicios y para hacer campaña electoral, pero el país parece dispuesto a conseguir el cambio que se les escapó de las manos en el 2009. Ahora hay un elemento que puede modificar el equilibrio de poderes existente.

Se trata del acuerdo nuclear alcanzado por el presidente Hasán Rohaní con Occidente por el que a cambio de una limitación de su programa atómico se levantan las sanciones económicas que pesaban sobre el país. Y es precisamente la economía, las expectativas económicas, sobre lo que votarán los iranís. Estas elecciones marcarán el grado de aceptación de la estrategia conciliadora con Occidente. Y donde más se verán los límites del reformismo será en la otra votación del día, la que debe elegir a la Asamblea de Expertos, un organismo formado por los guardianes de la ortodoxia, que se prepara para la sucesión del líder supremo Alí Jamenei, con poca salud.