Solo una sociedad que acuerda es una sociedad que progresa. En tiempos de paz y en tiempos de guerra. Especialmente en estos últimos y en todos aquellos que encierren dificultades, infortunios y trances terribles. Estamos en uno de ellos. A veces no sé si somos muy conscientes de ello. Cada episodio de bronca innecesaria, de desencuentro forzado, de salida de tono, de decisiones inexplicadas o de declaraciones públicas inapropiadas, juega a favor de la nada. Un soplo de nada. Y la nada no ayuda. La nada distrae, fatiga y decepciona. Necesitamos los mayores registros de responsabilidad disponibles en todos y cada uno de los ámbitos del poder. También de la sociedad. Nos dijeron con acierto que solo podemos salir juntos de esta. Juntos en la espera y en la esperanza. Juntos en la estrategia, en las luces cortas y en las largas porque el camino que nos aguarda no será ni fácil ni fugaz.

Solo un gran desinterés por la gente y por la verdad permitiría entender que nos desgarremos en mitad de la contienda. No es tiempo de malentendidos ni disputas. Es tiempo de colaboración y máxima eficacia. Solo de esto. También de empatía y solidaridad. Ya habrá tiempo de reflexión retrospectiva y revisión crítica. Todos intuimos que no será la última desgracia que nos reserva el destino. El destino o nuestras propias acciones en forma de catástrofe en diferido. Ningún equipo sensato se entretiene a despellejarse en mitad del partido. Menos aún cuando el rival sigue atacando y retiene el balón en su poder. Y hablando de pelotas, cuentan que uno de sus primeros entrenadores le dijo a Michael Jordan: «Michael, si no puedes pasar la pelota, no puedes jugar». Una extraordinaria lección de cooperación, de juego de equipo, de estrategia coral que vale para una cancha deportiva y para esa otra cancha más compleja e intrincada que es la vida real.

Y hablando de la vida real, suceden cosas excepcionales en medio de la desgracia. Si prestas un poco de atención y bajas la mirada, incluso más allá de tu ombligo, uno puede advertir que la más frágil de las microfloras puede atravesar el asfalto. Durante estos días, que ya son meses, han brotado ejemplos de todo tipo. Nuevos enfoques de la heroicidad en la vida cotidiana. Esta es una mirada que, desde la primera línea de fuego encarnada por los sanitarios, contempla una notable transversalidad que alcanza a muchas profesiones y vocaciones existentes.

Permítanme que rinda homenaje al esfuerzo de los CDTs. La red de centros de formación de Turisme Comunitat Valenciana. Desde los primeros compases de la pandemia se pusieron a disposición del caudal de solidaridad surgido de la hostelería de esta Comunitat. Alicante Gastronómica o la oenegé World Kitchen Center, del célebre chef afincado en EEUU, José Andrés, embajador del Exquisit Mediterrani. Precisamente el sector más castigado y sacrificado de la economía ha resultado ser el más puntual en el deber moral con toda la sociedad. Por eso ahora resulta tan irónico como incomprensible el vaivén de las fechas sobre su regreso a la actividad. Desde figuras como la estrella Michelin, el castellonense Miguel Barrera hasta profesionales más anónimos, pasando por grandes personas como el edil José Luis López, se llevan miles de menús cocinados en nuestros fogones del centro del Grau y entregados a los más vulnerables. No nos enredemos en lo secundario. Aún no hemos ganado el partido.

*Secretario Autonómico de Turismo