Querido/a lector/a, he dicho en alguna ocasión que el peor de los asuntos políticos que tenemos los españoles sin resolver es el caso de Cataluña. No solo porque afecta a una cuestión como la organización territorial del Estado, sino también porque mantiene un futuro incierto.

Digo con ello que hay otros problemas, de urgente solución, como el económico y social, el que aún mantiene mucha gente que lo está pasando mal. Pero, al menos, ya se sabe que aunque se está superando la crisis, los empresarios prefieren, en contra de la justicia social y el bien de la economía, no aumentar los salarios. Al tiempo, el Gobierno de Mariano, del PP, ha dicho que no piensa retirar ni modificar la reforma laboral. En conclusión, el futuro económico y social se debe arrancar convenio a convenio, movilización a movilización. No dejan otro camino. Pero, al menos ya se sabe.

No obstante, lo de Cataluña, cuestión que afecta a todos, no vislumbra futuro ni esperanza. El Gobierno renuncia al diálogo, a la política, y lo deja en manos de una justicia que opta por la confrontación pura y dura y por acusar de rebelión con violencia y mantener la cárcel sin fianza. Puigdemont no renuncia al poder y con los resultados del referéndum y las elecciones se consideran legitimados para mantenerlo y evitar que lleguen quien no tiene mayoría en las urnas. Mas, expresident, aunque reconoce que Puigdemont tiene legitimidad, tiene dudas de que ese derecho esté por encima del interés de Cataluña y defiende una candidatura no contaminada que pueda formar gobierno y recomponer fuerzas. En ERC aparecen grietas y gentes que quieren volver a la legalidad y atender los problemas cotidianos de los catalanes. En definitiva, lo de Cataluña es un problema porque afecta a la unidad de España y porque apunta a un incierto futuro. Por desgracia, parece que solo el tiempo dirá y no los gobiernos de Mariano y Puigdemont.

*Analista político