La improvisación puede ser un interesante recurso en la música, en el teatro, incluso en algunas relaciones personales, pero en política es un dardo envenenado contra la estabilidad, y en esas estamos con el cuatripartito que gobierna en el ayuntamiento de Nules.

Han pasado 15 meses desde que se adueñaron de la voluntad de los ciudadanos, dando la vuelta a los resultados electorales para hacernos creer que quienes no habían recibido el respaldo de los votos eran los que merecían gestionar el municipio solo por juntar diestros y siniestros. Pero en este tiempo han evidenciado no tener ningún programa político y sus acciones se cuentan por críticas de la oposición.

Es sencillo de comprender. Cuando desde el PP denunciamos alguna incidencia, irregularidad, carencia o demanda vecinal, el cuatripartito actúa. De este modo, puede parecer que están al tanto de los requerimientos y las necesidades de la población, pero en realidad de lo único que están pendientes es de qué vamos a plantear desde el PP para hacer como que ya lo sabían. Si decimos que una calle está sucia, al día siguiente van y la limpian, pero si nos callamos y les dejamos asumir su responsabilidad, la calle se queda sucia. Y así con todo.

Nosotros tenemos muy claro cuál es nuestro papel, por eso no vamos a dejar de fiscalizar su gestión, la que somos capaces de intuir entre tanto palo de ciego y tanto selfie, pero lo que no vamos a hacer es tapar sus errores con nuestro trabajo.

No se avergüenzan de ir improvisando a golpe de denuncia, pero curiosamente se ofenden mucho cuando les llamo «grupo de amigos» en los plenos, cuando fueron ellos los que afirmaron que no eran un equipo de gobierno de cuatro partidos distintos, sino nueve concejales que se juntaban por un plan superior (que todavía no hemos visto por ninguna parte). Deberían preocuparse menos por su sensibilidades y más por lo que su pueblo les exige, aunque eso no sale en las fotos.

Tal vez es que tienen tantas dificultades para comunicarse entre ellos, que intentan buscar con fruición la aguja en el ojo ajeno, incapaces de ver la viga en el suyo. Y cuando las cosas no salen como les gusta y empiezan a verse los agujeros, pues se cargan al mensajero, como si matando al perro se acabara la rabia.

Están vaciando la hucha que tanto nos costó de llenar para pagar una imagen que no se corresponde con su realidad, que habla de inestabilidad y división.

*Concejal y presidente PP Nules