La más famosa de las batallas de la antigüedad, la batalla de Cannas, tuvo lugar el 2 de agosto del 216 a.C. En ella, Hannibal Barca, el militar cartaginés hijo de Amilcar, venció a un ejército que le doblaba en número.

La victoria, después de las obtenidas en Tesino, Trebia y el lago Trasimeno, dejó vía libre al cartaginés para que arrasara la ciudad de Roma, lo cual sorprendentemente no hizo. Ningún ejército romano se encontraba cerca por lo que la caballería cartaginesa llegó a acercarse hasta las murallas de la ciudad provocando el pánico entre los ciudadanos que gritaban con miedo: «Hannibal ad portas» (Aníbal está a las puertas).

Nunca sabremos la verdadera razón por la que no asoló Roma. Se piensa que pudo ser porque era una ciudad perfectamente amurallada y no disponía de recursos ni para construir armas de asalto (escorpión, catapulta, ariete …), ni para mantener un largo asedio con las tropas que le quedaban. Conviene recordar que tres años antes, una ciudad infinitamente mas pequeña como Sagunto, resistió ocho meses de asedio hasta que la pudieron doblegar. Hoy en día se baraja también la opción de que el cartaginés padeciera lo que se conoce como complejo de Jonás. Según este, se tiende a tener miedo de cumplir el sueño mas anhelado, pues asusta llegar al destino final, amedrentándose de la propia grandeza.

Es una extraña forma de limitarse con un boicot interno que impide la autorrealización total. El nombre del complejo viene de Jonás. que tenía un destino: ser profeta. Al descubrirlo, entró en pánico y huyó. Sentía que ese objetivo era excesivo. Mahárbal, el mejor general del cartaginés, al mando de la caballería númida, viendo el temor de su jefe de cumplir el objetivo final, le dijo: «Hannibal, sabes vencer, pero no sabes sacar provecho de tus victorias».

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)