Querido/a lector/a, es final o principio de año y por lo tanto tiempo de deseos. Cosa buena y siempre oportuna, porque en la vida, la ilusión, es el principio de todo. Recuerdo que, al menos en un par de ocasiones, este tipo de anhelos de final o principio de año que normalmente tienen que ver con el deporte, la salud, etc, en mi caso funcionaron y se hicieron realidad. Digo con ello que, en uno de estos compromisos, dejé definitivamente de fumar, me aficioné a las carreras a pie, adelgacé, etc. Aunque no es tan fácil porque uno lo tiene claro en el coco pero, salir de la cómoda y consolidada rutina a veces representa un esfuerzo casi imposible.

Pero bueno, en este caso mis públicos deseos van por caminos que suelen ser más difíciles que los anteriores. Entre otras razones porque se relacionan con la política. Con eso que a cierta gente le provoca repelús. Aunque, guste o no, existe y además es necesaria hasta el extremo que según los sabios de lo político y social, lo contrario, vivir en un mundo sin política, es decir, sin la participación social, equivaldría a una sociedad en un estado limitado a rigurosas tareas de control y vigilancia. A un mundo con espacios ocupados por poderes que en ningún caso serían responsables, transparentes y democráticos. Así es que, ahora, me gustaría como deseo aquello que dice J. Ramoneda: que se entendiera, estimulara y cuidara la política por ser el único poder al alcance de los que no tienen poder y, en consecuencia, se le diera el sentido o papel que tiene, el de construir futuros emancipadores que defiendan el bien común y la justicia social. Al tiempo, también sería apropiado que los políticos se esforzaran en mantener la autonomía de la política respecto de los otros poderes y, si cabe, no ser sus propios enemigos.

Querido/a lector/a, no fumes y adelgaza porque si mis deseos sobre política no se cumplen, que la mala leche que te coja sano y guapo.

*Analista político