El «no es no» de Pedro Sánchez llevado hasta las últimas consecuencias nos deja un país paralizado, donde el reparto de sillones ha pesado más que el interés general, más que la estabilidad económica necesaria y más que los avances en materia social y creación de empleo, que dejaron de ser prioridad para Pablo Iglesias y Sánchez hace mucho tiempo.

Las consecuencias del fracaso de la investidura cuestan muy caras a los españoles, de quienes parece ser, es la culpa de que todavía, a estas alturas, a las puertas de agosto no tengamos gobierno. Visto el vodevil de los últimos días en el Congreso y la incapacidad de sus protagonistas, que no asumen ninguna responsabilidad, será que el votante es quien se equivoca y, por eso, se vislumbra un posible escenario de elecciones, a ver si con mejor acierto, las urnas desbloquean lo que quienes tienen potestad para hacerlo no han sido capaces en todo este tiempo.

Y mientras, enfrascados en la lucha por el poder, Sánchez e Iglesias pasan por alto la ralentización en la creación de empleo, donde la tasa de temporalidad aumenta en 0,48 puntos. Ha sido un tiempo perdido para España y Castellón, que mantiene bloqueadas las inversiones en infraestructuras de distinta índole, negando oportunidades a la ciudad.

El propio Sánchez dijo en el 2016 a Rajoy que el candidato más votado tiene la responsabilidad de formar gobierno y a quien hay que culpar si no lo consigue, y que debería irse dejando paso a otros. Pues bien, quizá va siendo hora de que el resistente Sánchez beba de su propia medicina y, con su Manual de Resistencia bajo el brazo, de un paso atrás asumiendo su derrota. Su no es un no a seguir maltratando al país.

*Portavoz del Grupo Municipal Popular en Castellón