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Los accidentes de tráfico son la primera causa de muerte violenta de los españoles. Lo recuerda Francisco Canes, presidente de la Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes DIA. Una sentencia que ha adquirido mayor gravedad con la confirmación de sucesos mortales en las carreteras españolas en lo que va de año, con un crecimiento del 11%. Hasta el pasado jueves se habían registrado 350 fallecidos. La pésima noticia varía la tendencia a la baja de la última década.

La primera conclusión es obvia y ha de apelar a la responsabilidad de los conductores. Pero si los conductores no cumplen siempre con sus obligaciones, sí cabe esperar que lo hagan los gobernantes. Y el aumento de víctimas parece efecto de la falta de una estrategia definida del Ministerio del Interior y la Dirección General de Tráfico. Queda demostrado, por ejemplo, con el nuevo reglamento de circulación que no ha visto la luz en estos cuatro años. El anuncio de un plan de choque, el pasado jueves, revela reconocer un suspenso por las tareas pendientes en la materia del tráfico.

Se debería reducir la velocidad en carreteras convencionales, lás de más accidentes, y dejar para mejores tiempos el debate sobre subir a 130 km/h el límite para autopistas.