Así está siendo la vuelta al cole. El presidente del gobierno, el doctor Sánchez , dijo el pasado 4 de julio que no nos dejáramos atenazar por el miedo; que había que salir a la calle, recuperar la nueva normalidad y ser conscientes de que el país «está mejor preparado para los rebrotes».

Y así se fueron todos los ministros de vacaciones, renunciando a liderar el combate contra la segunda oleada del virus. Especialmente grave esta desaparición gubernamental en los casos de Sanidad y Educación, dejando en manos del Dr. Casosaislados Simón la gestión de la pandemia.

El resultado ya lo sabemos: dos meses después no hay país en Europa que esté en peor situación que España en número de contagios, tanto absolutos como relativos.

La inhibición del Gobierno mientras España perdía el control de la pandemia ha sido un clamor. Su dejación de funciones trasladando el problema a las Comunidades Autónomas —como si el virus entendiera de límites administrativos— una negligencia más que nos ha conducido a un desastre sanitario y puede concluir en un desastre educativo.

Hasta ahora el gobierno a base de propaganda ha conseguido convencer a parte de la sociedad española de que no estábamos preparados para luchar contra la pandemia, que la culpa no era de este gobierno y que otro gobierno de otro color lo hubiera hecho igual de mal.

Pero ahora solo los muy ingenuos o los muy cafeteros —los de capullo de rosa, hoz y martillo en vena— no son capaces de ver que pasados seis meses, España es el país de Europa con más contagios y ello empieza a ser incomprensible.

El desbarajuste actual hace pensar en múltiples errores de gestión, agravados por la negligente actuación de derivar la responsabilidad a las Comunidades Autónomas para que propusieran la declaración de un estado de alarma que compete única y exclusivamente al presidente del gobierno, el veraneante Sánchez.

Si en marzo se decía con razón que el virus no entiende de límites administrativos, ahora la situación no ha cambiado. La situación de Vinaròs es más parecida a la de Amposta que a la de Torrevieja. Y la de Morella es similar a la de Alcañiz y no a la de Alcoi. Todas las administraciones han de cooperar y colaborar, pero al Gobierno le corresponde liderar, le guste o no.

Por eso lo que ha pasado con la Educación y la vuelta a las aulas es especialmente grave, porque pese a la petición de criterios comunes, el Ministerio se ha lavado las manos como Pilatos remitiéndose a los protocolos mínimos del mes de junio, que en nada tienen que ver con la situación actual. Apenas sabemos ya para que sirve el Ministerio de Educación.

Claro que pedir liderazgo a Celaá , cuya principal aportación a las medidas de protección en las clases de Educación Física, ha sido la de exigir que «las clases se hagan sin espectadores», resulta un esfuerzo inútil.

Y ya se sabe que los esfuerzos inútiles solo conducen a la melancolía. H

*Portaveu del Grup Popular en la Diputació de Castelló