La semana pasada tuvimos un debate con el conseller de Educación para que expusiera sus líneas de gobierno. No era la primera vez que Marzà comparecía en las Cortes Valencianas para exponernos cuáles iban a ser sus líneas estratégicas, pero entre este debate y el que se produjo hace cuatro años había una diferencia sustancial, su mochila.

La mochila de Marzà ya no estaba cargada, solamente, de frases muy desafortunadas, haciendo apología del independentismo en un blog. Su mochila, ahora está llena de hechos que tienen como realidades esas frases, y de sentencias en su contra que tienen como protagonistas esas frases. Y es que no debemos olvidar que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) le ha dicho al conseller nacionalista que se ha saltado la Constitución, el Estatuto de Autonomía, leyes orgánicas y autonómicas…

Desde luego ahora ya entendemos lo que significaba aquello que escribió de que «sin desobediencia no hay independencia». Lo curioso es que de que se iba a pasar la legislación por el arco de triunfo no nos dijo nada hace cuatro años, ni tampoco de su sectarismo a la hora de tomar decisiones. Y el problema es que de las cosas que nos dijo no ha sido capaz de cumplir prácticamente nada…

Y todo esto es importante porque demuestra que Marzà no es una persona creíble; no ha cumplido ni con esta cámara, ni con sus compromisos ante la comunidad educativa. Y es que al conseller nacionalista la educación no le importa, pero le es muy necesaria. Para él la educación pública es su Caballo de Troya, se esconde dentro de ella, la utiliza como excusa para cumplir otro fin que nada tiene que ver con la calidad educativa. Utiliza la educación valenciana para imponer su ideología nacionalista. Utiliza la educación valenciana para sus intereses políticos. Utiliza la educación valenciana per a fer país.

Y con esa mochila llena de incumplimientos, radicalidad y sectarismo nos dijo que lo mejor para nuestros niños era una ley de educación, una dirección general de infraestructuras, reforzar la FP… pero se olvidó lo más importante. Lo mejor para nuestros niños sería un conseller que no fuera nacionalista, un conseller que respetara la pluralidad de sus alumnos y sus familias y un conseller que no espiara a sus docentes y a sus alumnos. Lo mejor para nuestros niños sería que Marzà no fuera el conseller de Educación.

Y es que cada vez que este señor sale en defensa de la educación pública yo me pongo a temblar, porque algún atropello se nos viene encima. El conseller nacionalista ha politizado la educación pública, la ha puesto en riesgo huyendo de un modelo plural, huyendo de la excelencia y apostando por un modelo mediocre en el que quiere imponernos su manera de pensar, su manera de educar y su manera de hablar. Y para justificar su radicalidad se erige en defensor del profesorado, cuando él no defiende a nuestros grandes profesionales, los utiliza para infiltrar a los suyos, para que pasen desapercibidos, para que puedan vender boletos de Escola Valenciana en horario lectivo, puedan decir que Jaume I era un rey catalán o que puedan celebrar el 9 de octubre con esteladas en la Comunidad Valenciana.

Son tantos episodios que hemos denunciado sin que Marzà haga nada. En fin… es difícil debatir con quien no quiere escuchar. Al final lo que le pedimos al conseller nacionalista es muy sencillo: que cumpla la ley y que se aleje de la mediocridad, no creo que sea mucho pedir, aunque a él sí que se lo parece.

*Portavoz de educación del grupo popular en Les Corts