En la playa de Benicàssim que todos conocemos como la Almadraba, entre el Torreón y el Voramar, planto cada día del veraneo mis días vividos y mis noches soñadas. Y al fondo, sobre el horizonte, gusto de imaginar el humo de los barcos, con su imagen de señales venturosas, con su aroma que de humo deriva en perfumo, perfume, con su eco de canciones y de voces que han sonado con insistencia a través del tiempo.

Un día ya de este verano, mientras yo construía mis pequeñas torres de arena sobre la playa para observar cómo el mar las iba borrando poco a poco con sus olas, en el ir y venir habitual de Guillermo Daufí y el insigne oculista don Manuel Cervera siempre en sus plácidos paseos de ida y vuelta en su calidad de observadores cualificados, se me ocurrió el motivo de los gestos y los guiños de absoluta felicidad de ambos.

Y todo resultó muy sencillo y natural. Y es que cerca de ellos está Maritó, la que fuera reina de las fiestas de la Magdalena, y en Valencia, en el hogar de los Cervera, también lucen los encantos de una fallera mayor, Pabo Taulet. Es decir, dos matrimonios muy admirados y significados.

Y es que en el entorno playero donde aparecen seres humanos con los que he hablado, caminado, convivido, tuve también la alegría del saludo de otras personas que, generalmente desde Madrid, venían a nuestra playa cada verano.

A menudo, Ramón y Margarita, madrileños de pro pero muy de estas playas, me pidieron que les explicara y los informara a través del periódico, cual es el origen de la palabra Benicàssim. Y, claro, recurro para ello al profesor Josep Lluís Tárrega, buen amigo desde siempre:

--Bueno, toma nota. Es el resultado de la mezcla de una palabra árabe y otra latina. Según la catedrática de Árabe de la Universidad de Madrid, la Complutense, doña María Jesús Viguera, los Banu Qasi autóctonos islamizados, o sea muladíes, procedían de un conde llamado Casio -Casius en latín- y eran notables poseedores de tierras en lindes de Aragón con nuestras comarcas. Por otra parte, beni significa hijo en árabe. Así que los hijos de Casio provocan la aparición de Benicásim. En valenciano se aceptan dos grafismos, Benicassi y Benicàssim, ambos correctos y ambos pronunciados por los vecinos de la zona.

--¿Y en castellano?

--En castellano, Benicasim es una palabra llana, muy difícil de pronunciar por los castellanoparlantes que tienen la costumbre, algunos, de convertir la palabra en aguda, confundiendo fonéticamente, la palabra auténtica que es con eme, no con ene, o sea, Benicasim.

En la magia de la playa, en ese entorno de secano junto al mar, dos señoras bajo la sombrilla se esforzaban por captar el significado de alguna palabra. Pensaban, tal vez, que hablábamos de gramática parda.

Y todo me sirve para seguir contemplando los seres humanos con los que hablo estos días de julio, camino, convivo, cuyas palabras o sueños imagino o percibo directamente sentado en la arena de la playa en noches en las que llega hasta mi el humo de los barcos.

En otro orden, también el callejero de Benicàssim me atrae de modo especial. Los nombres de sus calles. Del mundo de la música los maestros Albéniz, Moreno Torroba o Granados, con nuestros Tárrega y Fortea; con Serrano, Iturbi, Bretón, Chapi, Marquina, Falla y Óscar Espla, y Matilde Salvador y su esposo.