Destacaba hace unas semanas Francesc Colomer, secretario autonómico de Turismo, que la provincia de Castellón avanza en la obtención de más distintivos azules para sus playas. Desde las primitivas y ya longevas banderas azules hasta este verano, hemos vuelto a tener buenas noticias. Y es que en la cornisa litoral de la provincia, con 112 kilómetros, hay 30 banderas azules este año, sinónimo de alondras al viento de junio como prueba de buenos servicios para los usuarios. Aquí, en las playas de Benicàssim, mantenemos las cinco, es decir, en las playas del Voramar, en la Almadraba, la Torre de San Vicente, Els Terrers y Heliópolis, que empalma con el Gurugú de Castellón. Ya es sabido que la bandera azul supone un retrato de la situación de una playa en el momento de la inspección y el análisis por parte de los técnicos de la Fundación de Educación Ambiental de Europa, que han vuelto a añadir los distintivos de Q de Calidad (Quality).

También he hablado de libros en la arena de la playa o alguna gente que todavía están sentados tranquilamente leyendo un libro. Este año hay uno que arrasa, escrito por Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959). Me aseguran que se han vendido ya este año más de 300.000 ejemplares, protagonista de la Feria del Libro de Madrid. Lo curioso de este caso es que, la superpopular en todos los sentidos Belén Esteban recomendó el libro del autor guipuzcoano por televisión en uno de esos programas de Jorge Javier Vázquez.

Todo indica que el libro, titulado Patria, ha dejado de ser «solo» un libro. Estamos, pues, ante un fenómeno social, el último de una industria editorial que, desde hace años, soñaba con un pelotazo como éste, que la salvara de la apatía de las ventas. Son contadas las ocasiones en las que una novela literaria trasciende el ámbito cultural y se pasea por la arena de las playas, incluso por el patio de vecinos, protagonizando tertulias. Fernando Aramburu lo ha conseguido, cogido del brazo de la editorial Tusquets. Me cuenta la especialista Inés Martín que en una primera cita con Juan Cerezo, el editor, se les «escapó» que había terminado su escritura, y el señor Cerezo le pidió que le mandara el manuscrito. Aramburu le contestó que antes se la quería enviar a dos expertos en el tema. Uno de ellos era el periodista y escritor vasco Florencio Domínguez, actual director del Centro Memoria de Víctimas del Terrorismo y uno de los primeros lectores de Patria.

«Fernando tuvo el detalle de enviarme el manuscrito antes de mandarlo a la imprenta, tuve la suerte de leerlo en bruto», comenta el informador al respecto.

En cuanto a los detalles que refleja la obra, Domínguez destaca el «ambiente interno de las familias» y la descripción del «mundo social que ha apoyado a ETA». Al terminar el manuscrito, el periodista comprobó lo que ya intuía cuando Aramburu se le envió: en el relato no había incongruencias. Y de ahí al éxito...

«La clave principal es el buen hacer literario y, además, ha llegado en un momento en que había ganas de saber. La sociedad tenía preguntas y la novela da respuestas. Ha hecho mucho más por la construcción de un relato que las obras sesudas. Los personajes son ficticios, pero lo que hay detrás son realidades que han existido. Queda clara la derrota moral del terrorista», reflexiona.

A grandes rasgos, ese sería el armazón argumental de Patria, el éxito literario de este año.

Por último, también me da tiempo para referirme al escritor de la Vilavella Manuel Vicent, que ha estado aquí muchas veces a lo largo de estos 16 años de El humo de los barcos. Ahora quiero citarlo para anunciar la noticia de que el autor regresa al mar Mediterráneo. Alfaguara le ha publicado la novela titulada La regata y, sobre ella, se dice que es la alegría contagiosa de tener algo que contar y contarlo magistralmente.