No hace demasiado tiempo se optó por no hacer demasiado caso a los niños, como si lo mejor para el bienestar de ellos fuera no prestarles atención. No obstante, hoy en día prima el estilo de crianza opuesto: los niños se convierten en el único objetivo. Parece que no se ha podido encontrar el consabido punto medio, donde suele encontrarse la virtud.

El sobrenombre de helicóptero comenzó a utilizarse para referirse a los padres sobreprotectores, que tienen como característica principal la creencia de que la infancia de sus retoños debe ser lo más placentera posible, sin ninguna emoción negativa, con lo perjudicial que esto es pues no se puede experimentar con normalidad la frustración, ni tampoco deja que se adquieran habilidades para resolver los conflictos. Este tipo de padres padecen un miedo angustiante e irracional sobre los “peligros” que acechan a sus hijos. Esta limitación suele dar como resultar una pérdida de oportunidades de aprendizaje para el niño. Otra característica en común es la gratificación instantánea. No suelen retrasarse las recompensas, colmando sus necesidades de manera casi inmediata sin importar la edad que se tenga, porque para un padre helicóptero su hijo siempre será un niño. En contraposición, un padre inteligente orienta y fomenta en su hijo la toma de sus decisiones, para que el día de mañana sea un adulto seguro de sí mismos y con capacidad de decisión. H

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)