Es una emoción difícil de describir, de esas que se te cogen al pecho y a la garganta y te recorren las facciones de la cara hasta que sonríes. De esas que hacen que una especie de hormigueo te recorra la espalda y se te humedezcan los ojos.

Yo no soy una persona de fronteras ni de divisiones, pero sí siento profundamente mis raíces en el suelo que piso, por el territorio por el que trabajo.

Es complicado describir qué siente uno cuando escucha la batalla narrada casi en verso de los moros i cristians o la melodía de les danses. Las hemos escuchado centenares de veces, podríamos seguirlas de memoria sin errar en un solo párrafo ni una sola nota y siguen erizándonos el vello en los brazos cada vez.

Y lo más importante es que se contagia, se transmite como un deber de honor y el compromiso con quienes nos lo enseñaron a nosotros, nuestros antepasados.

Ver a los más pequeños ensayar, aprender y respetar nuestra tradición es algo que, sencillamente, me enorgullece, me llena los pulmones y me invade de plena gratitud. Ver estos días los ensayos, a los peques, a sus padres y madres, a quienes dedican horas y horas de su tiempo a enseñarles lo que antes les enseñaron a ellos, a todos, hay que rendirles homenaje porque ellos son Peñíscola, su autenticidad, su motor y su futuro. #Orgullpeniscolà. H

*Alcalde de Peñíscola