No es el primer año que vecinos y turistas del litoral de la provincia de Castellón se enfrentan a la convivencia con una plaga persistente de mosquitos que, no solo pone difícil el día a día estival, sino que causa lesiones de variada importancia en los ciudadanos que sufren algún tipo de alergia al veneno que inoculan con sus picaduras.

Como viene relatando Mediterráneo, es un problema creciente en toda la costa que ahora se agrava, más si cabe, con las altas temperaturas que han traído consigo dos olas de calor africano sucesivas, con apenas el respiro de unos días en el intervalo entre una y otra. Y también con las tormentas que en las dos últimas jornadas han elevado la humedad del ambiente, al tiempo que han dejado nuevos depósitos de agua estancada, el ecosistema ideal para que estos insectos se reproduzcan.

Desde la Conselleria de Sanidad apenas declaran el establecimiento de ayudas muy limitadas para que sean los ayuntamientos los que tomen medidas para abordar la abundante presencia de mosquitos en sus municipios, mientras que desde la Diputación no se ha puesto en marcha aún el plan anunciado por la diputada responsable del área y alcaldesa de Orpesa, la socialista María Jiménez, toda vez que el nuevo ejecutivo provincial todavía no ha echado a andar. De hecho, hoy, martes, celebra su pleno de constitución de la nueva corporación.

Mientras, sin que haya una coordinación para manejar una crisis que no entiende de fronteras entre poblaciones, los hosteleros --sus quejas son claras, como reflejo de las de sus clientes-- optan por ofrecer junto con la cerveza y la tapa, repelentes para mosquitos, abrumados por los inconvenientes que supone una pesadilla contra la que se echan de menos acciones eficaces de verdad.