Querido/a lector/a, como te puedes imaginar, el título se lo he cogido prestado, espero que temporalmente, al maestro Albert Camus. Al igual que en su novela la peste recorría las calles de Oran, en la España de ahora, la peste, o como quieras llamar a las ideas de Vox, también recorren calles, barrios obreros y parlamentos. Pero ojo, hablo de las ideas de Vox y no de las personas, que como dice Adela Cortina todas se merecen respeto, pero no sus propuestas políticas que por ser absolutamente intolerantes, xenófobas, ultranacionalistas, insolidarias... hay que combatirlas al poner en peligro (además en sentido involucionista franquista) el orden constitucional democrático y los valores éticos que los sustentan.

Pero si traigo este asunto a mi íntimo rincón es porque entiendo que lo de Vox no puede quedar como un comentario que busca interpretar lo que pasa. Y es que aunque existan razones locales que explican y activan ese populismo político (lo de Franco o lo de Cataluña), la realidad señala que, como en toda la Unión Europea, su presencia tiene que ver con el desgaste y la claudicación de la vieja política. La que está más pendiente de los mercados que de los ciudadanos. La que surge de democracias parlamentarias y Constituciones que garantizan derechos y libertades, pero sus gobiernos favorecen más los intereses de las grandes empresas y a los más ricos. La que olvida el fin esencial de construir el bien común y la justicia social. En todo caso, espero que la gente decente de la sociedad civil y el nuevo gobierno, si es que se llega a formar, el del PSOE con UPodemos, se levanten como muros que lleguen a parar esas hordas, esa peste, desde la solución de los problemas y no solo desde su descalificación. Amén.

*Analista político