Querido lector:

Al final de tanto susto, de tanta preocupación política, de tanta red social y de tanto debate, la moción de la marca local de Podemos en Castellón, Castelló en Moviment, que buscaba en la forma la prohibición de los espectáculos taurinos en la capital (y aunque dijeran que no prohibían nada, si leen el texto de la moción, el espíritu es indudablemente ese) ni siquiera se votó. Aunque consiguió su verdadero objetivo: poner en jaque una vez más al bipartito al que sostiene desde fuera pero al que al mismo tiempo mantiene en vilo cada vez que quiere. Y ahora quiere mucho porque estamos en campaña y hay que mantener las distancias. Y si ahora han sido los toros, la semana que viene será otra cosa. Ya verán.

Pero en este caso concreto, además, se ha producido otra circunstancia política, hasta ahora prácticamente desconocida, digna de mención en el juego municipal: la intervención del anodino grupo municipal de Ciudadanos. Fue una moción blanca suya, sin sustancia, que no decía nada nuevo porque solo pretendía en su contenido respetar la legalidad vigente, la que permitió solventar el tenso pleno, más en la grada que en el hemiciclo, y mantener a Castellón en la normalidad, como hasta ahora, para la celebración libre de espectáculos taurinos. Una moción, de ahí lo novedoso, que le vino muy bien al PSPV como mecánica de funcionamiento del pleno, para salir del paso y dejar las cosas como estaban sin tener que posicionarse abiertamente y además poder votar en contra de la moción del PP, que por su cuenta, buscó rédito político con otra moción yendo más allá, un apoyo económico a esos espectáculos taurinos, que durante sus tiempos de mandato ni siquiera se les ocurrió.

Así las cosas, la alcaldesa Amparo Marco toreó el pleno con sabiduría frente a las pancartas, Nomdedéu profirió sus cuitas particulares decorando la sesión y mostrando su tradicional postura de no financiar toros con dinero público, Begoña Carrasco deberá estudiar estrategia para otra vez y Gabarda, pues eso.