Lejos de ser un problema trivial, la creciente y persistente plaga de mosquitos, no solo tigre, sino de otras especies también, trasciende la mera molestia para llegar a plantear serias dificultades en múltiples municipios de la provincia de Castellón, con los del litoral en el foco.

Si la hostelería acaba de dar la voz de alarma sobre los nefastos efectos de la proliferación de insectos sobre el maltrecho sector turístico --el más afectado por la crisis sanitaria internacional--, los alcaldes vuelven a levantar la voz, teñida de impotencia, para pedir ayuda porque las medidas individuales de cada población son insuficientes a todas luces contra una plaga que no entiende de límites entre términos.

Son primeros ediles de Castelló, Amparo Marco; Benicàssim, Susana Marqués; Peñíscola, Andrés Martínez; Burriana, Maria Josep Safont; Moncofa, Wenceslao Alós; o Nules, David García, quienes claman por que todas las administraciones públicas se impliquen de forma coordinada y eficaz para acabar con el problema, que lo es sanitario y también económico.

No es un clamor nuevo, por lo que resulta cada vez más urgente buscar soluciones definitivas, y no parciales, para este problema recurrente cada verano e incluso fuera de la temporada del estío en ocasiones.

Tratamientos aéreos, seguros y bien planificados, coordinados con los terrestres, junto a medidas para reducir los focos en lugares privados, son acciones que se exige adoptar de forma colegiada al menos desde Diputación y Generalitat valenciana.