Este mes de septiembre se han cumplido 2.500 años de la Batalla de las Termópilas, en la que Leónidas y sus 300 espartanos fueron capaces de obstaculizar el avance del poderoso ejército persa de Jerjes I , que reclamaba de nuevo la tierra y el agua a todas las ciudades griegas.

La actitud heroica de los espartanos, que plantearon dura resistencia durante siete días, retrasó de forma notable el avance de los persas y permitió a los atenienses, aliados de los espartanos, derrotar a los persas en Salamina.

De igual modo, durante estos dos meses de agosto y septiembre, los alcaldes de 30 ciudades españolas, se unieron para combatir el acuerdo suscrito por la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) a principios de agosto. Un pacto injusto e insolidario que el ejército gubernamental de Pedro Sánchez , que como el persa Jerjes I no pedía en este caso ni tierra, ni agua; sino los 14.000 millones de euros de los ahorros de los ciudadanos en las arcas municipales y provinciales.

La heroica resistencia de Leónidas y sus 300 solo pudo ser vencida porque el traidor Efialtes mostró a Jerjes I un paso que sorteaba el desfiladero de las Termópilas. De igual modo, la firme voluntad del municipalismo español de hacer valer los acuerdos firmados por unanimidad en el mes de mayo, solo pudo ser vencida por la traición del presidente de la FEMP, Abel Caballero , y los miembros socialistas de la Junta de Gobierno, entre los que se encuentra la alcaldesa de Castellón, Amparo Marco , que prefirió lucir antes su carnet del PSOE, que su condición de alcaldesa de Castellón.

Los acuerdos de mayo eran tan sencillos como unánimes: disponer de un fondo de 5.000 millones no reembolsable para hacer frente a la lucha contra el covid; y poder utilizar la totalidad del superávit y remanentes de tesorería sin necesidad de cumplir la regla de gasto.

Ese era el acuerdo que el PSOE rompió con la traición de Efialtes Caballero, rompiendo 40 años de consenso municipalista.

Pero el trabajo constante de negociaciones, reuniones y reflexiones mantenido por todas las fuerzas políticas dio sus frutos en la batalla de Salamina celebrada en el Congreso de los Diputados el pasado 10 de septiembre, donde hasta trece partidos diferentes, que en condiciones normales no irían juntos ni a cobrar una herencia, se pusieron de acuerdo para decirle al Gobierno que recapacite. Que con arrogancia y sin diálogo no se puede hacer política. Y menos si solo tienes 120 diputados. Entonces es directamente un despropósito.

La solitaria chulería socialista ha hecho que durante dos semanas todos sus cargos institucionales hayan salido en tromba a defender sus siglas, no sea cosa que las poltronas se tambaleen. Y lo han hecho en ocasiones de forma inverosímil, cuando no directamente hilarante. Leer al presidente de la Diputación decir que la derrota del PSOE en el Congreso fue una «victoria pírrica» porque la fórmula que ofrecía el gobierno socialista era mejor que la de un fondo no reembolsable, porque eso beneficiaría a quienes tienen más población, es sencillamente desternillante. Por cierto, que algo parecido me dijo la alcaldesa Marco la semana pasada en el Pleno.

Y lo es porque la Diputación con su aportación de 5,7 millones de euros al Plan de Cooperación de la Generalitat, le ha dado este año 600.000 euros a la capital de la provincia y 6.000 a Torre d’En Besora. Es decir, ha invertido con criterio de población y no a la inversa. Le ha dado más al que más recursos tiene y menos al que menos tiene. Algo absolutamente contrario al espíritu de lucha contra la despoblación. Más vale que el presidente de la Diputación y la alcaldesa de Castellón renueven el argumentario o como mínimo que se busquen otra excusa un poco más coherente. H

*Portavoz del PP en la Diputación