En los últimos años, el movimiento feminista ha ganado fuerza, sin duda. Por primera vez en la historia de España tenemos un Gobierno con más mujeres que hombres, y en el contexto europeo, a una mujer al frente de la Comisión Europea. Por el contrario, en el ámbito de la dirección empresarial, la presencia femenina ha disminuido en los últimos 10 años. El estudio anual sobre retribuciones nos indica que en el 2008 la mujer ocupaba casi un 20% de los puestos directivos en España. Once años después, el 16%. ¿Por qué? Sabemos que la discriminación está presente en las empresas; sin embargo, hay otros factores que explican la persistente desigualdad de género en el entorno empresarial.

Desde que se inició la crisis, la mujer fue perdiendo representación. En tiempos de recesión prevalece el miedo y la inseguridad. La suma de los factores favorece la persistencia de modelos de liderazgo autoritarios y rígidos, que dificultan la conciliación dentro de las empresas. En ese contexto, las mujeres pierden más, ya que sacrifican su tiempo en favor de la familia y el hogar. De hecho, son ellas las que suelen reducir su jornada para cuidar de sus hijos, renunciando a parte de su salario.

Pero ahondando en la cuestión, existen más factores que explican la desigualdad y que hacen referencia a valores. Las mujeres suelen procurar un equilibrio entre trabajo y familia. El hombre piensa más en el prestigio y la remuneración.

Tendremos, por tanto, que redefinir el concepto del éxito. ¿Habría que enseñar a las mujeres a ser tan ambiciosas y competitivas como los hombres? Al contrario, deberíamos reeducar a los hombres para poner las relaciones y la calidad de vida entre sus objetivos.

*Investigadora y profesora