Hay una cosa en la que tiene razón Cayetana Álvarez de Toledo : su destitución como portavoz parlamentaria responde a un «cambio de criterio» del presidente del PP. Pablo Casado ha sido muy de derechas en los meses impares y muy de aparentar moderación en los meses pares. Eso ha hecho, por cierto, que sea percibido, en mi opinión, como un líder con una personalidad débil y gelatinosa.

Tal y como ella explicó en la Cope, Casado la fichó con el deseo de que diera la batalla ideológica contra la izquierda y el nacionalismo. Y eso es lo que hizo la exportavoz. El problema es que hasta el más inepto del PP es capaz de darse cuenta de que el tono de Álvarez de Toledo era demasiado duro, su discurso era muy inoportuno para los barones y su soberbia intelectual generaba interna y externamente más rechazo que aplausos.

A mí me parece que ella es una persona inteligente, y por eso me parece una broma que venda su destitución diciendo que, para Casado, su manera de ejercer la libertad era un ataque a su autoridad. Qué va. El problema es que Álvarez de Toledo parecía defender la verdad absoluta, las esencias del PP, y a ella le hubiera gustado que todo el partido siguiera el camino que marcaba en cada declaración pública. Y eso era imposible.

El error, de hecho, fue nombrar portavoz en el Congreso de los Diputados a una persona con criterio propio, que ya había demostrado con anterioridad que las rigideces de los partidos no iban con ella. Álvarez de Toledo es una indisciplinada que, en el fondo, deseaba la disciplina de los demás hacia ella.

*Periodista