Querido lector:

Me decía un compañero: “las cosas están cambiando y cambian a cada poco... Y es que estamos en Europa y algunas cosas, por muy habituales o tradicionales que sean o hayan podido ser, ya no se pueden hacer”.

Me lo señalaba en relación a mi extrañeza ante el hecho de que la Policía Local de Castellón obligara a uno de los mejores grupos tradicionales de la ciudad, Jacaranda, a suspender una serenata con motivo del tradicional mes de mayo, por ... ¡contaminación acústica!

A mí, qué quieren que les diga. La noticia me parecía esperpéntica. Contaminación acústica una serenata que no es un concierto de rock, ni es una charanga con instrumentos de viento a todo tren, ni es un d’js pinchando a Van Buuren a 200 decibelios. Una serenata más bien y que sepa yo en una madrugada de sábado de mayo, invita al recogimiento... incluso a coger el sueño porque es música suave, agradable, con instrumentos de cuerda, voces melodiosas que entonan canciones amorosas, desde luego que nos son nada estruendosas.

Pero nada, la ley es la ley y hasta una serenata a las 3.30 h. de la madrugada es contaminación acústica según las normas municipales que aplicó la Policía Local, tal cual debía aplicar porque el permiso municipal, y además excepcional, para rondar por las calles por lo visto era hasta las 2 h. de la madrugada, una excepción ( ¡que vaya! ) hecha expresamente para los 17 grupos tradicionales de la Festa de la Rosa.

Pero eso no es lo importante. Los motivos de mi desasosiego son dos. El primero, por supuesto, considerar a una serenata bien cantada como contaminación acústica. Una auténtica barbaridad. El segundo, que un sábado se considere tarde las 3.30 horas para hacer rondas con rondallas, cuando en nuestro país a esa hora no hay ningún joven en casa y muchos , por suerte, no tan jóvenes. Y añado un tercero. No me gusta la regulación taxativa que rompe costumbres o formas de vida por muy europea o civilizada que sea o que la vendamos.

Eso de estar en Europa, a veces, es un... (pongan ustedes la palabra).