Cuando llegamos al gobierno del Ayuntamiento de Vila-real en 2011 nos enfrentamos a una de las crisis más graves que habíamos conocido en nuestra ciudad en los últimos años. La crisis financiera internacional de 2008 se cebó con más fuerza en España por la excesiva dependencia en el ladrillo y la especulación del suelo. En Vila-real, además, había que sumar la desastrosa gestión del PP durante 16 años --en especial durante su última etapa de gobierno-- incrementando la deuda de forma histórica con un préstamo de 20 millones de euros en plena crisis, en 2009, y favoreciendo la especulación del suelo en el municipio, con una gestión de los intereses municipales a modo de Monopoly.

Desahucios, empresas históricas que dejaban en el paro a miles de ciudadanos, facturas en los cajones por pagar de más de 9 millones de euros, multitud de pleitos de los particulares contra el Ayuntamiento por las ilegalidades del equipo de gobierno del PP, defendiendo sus derechos; un Ayuntamiento cerrado al diálogo y prepotente, y una ciudad paralizada, con obras abandonadas, sin plan de ciudad,… a la deriva.

Con la ayuda de todas y todos logramos ir superando las dificultades. De la mano de empresarios, comerciantes, asociaciones, universidades, fundaciones y con prácticamente ninguna ayuda -más bien bloqueo-- de otras administraciones, de diferente color político, diseñamos un proyecto compartido de ciudad innovadora, moderna y solidaria, ciudad del siglo XXI, pero sin perder sus orígenes y orgullosa de su cultura y valores de pueblo.

Hace ahora tres meses, las cosas iban mejor. Teníamos una hoja de ruta clara, menos deuda, menos paro, menos facturas pendientes, infraestructuras públicas imprescindibles para el futuro iniciadas o a punto de iniciarse, gracias a fondos que hemos conseguido fundamentalmente del nuevo gobierno de la Generalitat valenciana, la Unión Europea o la nueva Diputación. Pero aunque las cosas iban mejor, nos quedan por pagar 10 millones durante 8 años más del préstamo de 20 millones que nos dejó el PP. Y no podemos olvidar el principal problema: la incertidumbre del impacto de sentencias y otras contingencias en materia de ilegalidades y empastres urbanísticos del PP. No sabemos a ciencia cierta lo que nos queda por pagar. Llevamos más de 28 millones abonados en estos últimos 9 años por este concepto.

Mientras esta crisis sigue ahí, ahora se suma la sanitaria generada por el coronavirus, a la que estamos haciendo frente y continuaremos haciéndolo mientras no exista tratamiento o vacuna. Y a esta se une ya, y se acentuará con más fuerza, una tercera: la económica y social. La mayor parte de los ayuntamientos no tienen la losa de la deuda o las ilegalidades heredadas marca PP Vila-real. Nosotros necesitamos tenerla muy presente porque es una realidad que nos lastra. Pese a todo, lo más importante para afrontar adecuadamente los problemas es ser consciente de la realidad, hacer un buen diagnóstico para tomar las decisiones más convenientes.

Nuestro proyecto, nuestra ilusión y nuestro compromiso siguen intactos, pero ahora es necesario redefinir prioridades, recursos y tiempos. En Vila-real sabemos muy bien que ¡no hay triunfo sin sacrificio!, que ¡querer es poder! Y que, siguiendo el ejemplo de nuestros antepasados, ¡Renaixerem!

*Alcalde de Vila-real