Aunque sea solamente en el pensamiento, existe el deseo de que nos acompañen en la página dibujos de Lorenzo Ramírez, siempre que sea posible, claro. He recordado inesperadamente que él me solía decir que el artista no tiene otra finalidad que la de inmortalizar el instante vivido por la colectividad. El era un artista como todos sabemos y añoramos. Y tan sensible que durante unos años aguantaba cada mañana en esta página en la que suelo recordar a los seres humanos que conmigo han caminado, amado, soñado sobre esta playa de la Almadraba, donde construyo mis torres de arena. Y en esos momentos de ensoñación, él y yo recordamos alguna que otra vez cuando nos cruzábamos con Heredio, otro gran artista de la imagen fotográfica, cuando depositaba a su esposa en el grupo de las gimnásticas y él, según nos decía, solía disponerse a cumplir con el refranero cuando decía que la salud está en el plato y en la suela del zapato.

También había otro personaje, que ahora no encuentro ya, quien me daba mucha alegría con su presencia. Me refiero a don Rafael Ribés, cuando venía a visitar a Maritó y a los hijos y nietos de su hija, que son sus biznietos. Y aquí en Arenal, donde todos nosotros tenemos vivienda, me contaba historias de otro tiempo. Me hablaba nada menos de que les Illes Columbretes, el Castellón insular y su apasionante historia que no todos los castellonenses conocemos.

Yo le provocaba. Y él se arrancaba:

--Mira, yo digo que cuando un día nuestro planeta se convulsionó por un caos de explosiones y corrimientos de su corteza, arrojando fuego y humos por profundas simas y negras bocas, dando paso a la Creación, en las aguas cercanas a estas costas, empezó su actividad, allá donde una raya separa los azules del cielo y del mar, un volcán que pronto se acabó. Ese fue el origen del archipiélago que hoy conocemos como Islas Columbretes según los mapas.

--Solas quizá durante milenios, visitadas por pájaros emigrantes o por aves marinas.

--Hasta que un día, el escritor castellonense Josep Pascual Tirado --me atreví a decirle yo-- nos las puso a mano con su obra Tombatossals, ese libro mágico de Castellón

--Bueno, además de la mitología existe una realidad. Y hay que decir que a treinta y dos millas del puerto de Castellón, siguiendo el rumbo E. 97º, se llega al archipiélago con la Isla Mayor, Illa Grossa, donde hay un faro, La Ferrera, La Horadada, Bergantin o Carallot y otras islitas o rocas salientes, que configuran un panorama de gran significación para los castellonenses.

--Don Rafael aprovecho para decirle que puede que hoy se cumplan unos setenta y tantos años que…

--Sí, sí, tal día como hoy, en agosto de 1932, salimos una plácida noche desde esta playa de Benicàssim, en una balandra de don Ramón Boera y fue mi primer viaje. Íbamos catorce personas y recuerdo a mi tío Pepe Panxeta, Miguel Espresati, Emilio Correa y otros. Nos acompañaba una diminuta barquita tipo llaút, cargada con comida y bebidas, tripulada por el viejo Teodoro Matamoros y el encargado del caballete de Boera, ambos buenos pescadores y marineros.

--Qué recuerdos, ¿eh don Rafael?

--Sí, sí, antes del amanecer llegamos junto a unos fanales para comprar sardinas para cebo. No olvidaré jamás aquel bellísimo espectáculo de las redes emergiendo de las oscuras aguas, repletas de relucintes sardinas, que parecían de plata. Con el alba, llegamos a las tan citadas islas Columbretes.

--¿Pescaron?

--La pesca era entonces muy abundante. Obtuvimos cantidad de meros, langostas, pargos, cigalas, cabras, sardinas, caballas, rascasas, dentores, sargos, doradas, calamares, chopas… Como en el mercado.

Serenado el recuerdo de aquel tiempo pasado, pienso que, ahora, habría que volverá a les Illes Columbretes. Claro que, ya no estarás tu…

En otro recodo del camino, también apareció aquel día Domingo Casañ, debajo de un hermoso sombrero tejano de pesadas alas, macizo, que hacía caminar sonriente, aunque un poco encorvado entonces, al librero que pudo ser alcalde de Benicàssim, su pueblo.

Y es que todos dicen que me aman y, aunque sea mentirijilla, suena muy bien y yo me lo creo.

Hoy es un día que me llegan venturosas señales de música y amistad desde el fondo del mar con el humo de los barcos. Mis torres de arena están decoradas con partituras y pentagramas y mis días vividos y mis noches soñadas, que vuelven a tener una vibración que no recordaba. Y es que se cumplen casi veinticinco años ya del primer Festival de Benicàssim, el mágico FIB que viene depositando cada año más de 30.000 jóvenes de todos los confines, de todos los países de Europa, de Asia y también de América.

Y más tiempo todavía del aniversario de la irrupción del rock and rock con la figura eterna de un Elvis Presley que con tanta nostalgia recordamos…