Todo depende según el color del cristal con que se mire. Parece una frase hecha, pero viene como anillo al dedo para analizar el comportamiento de la clase política, que en ocasiones parece infravalorar, o hacer tontos, por decirlo de una forma más directa, a la ciudadanía que en teoría representan.

Aquellos que hace unos meses hablaban de infrafinanciación con la boca pequeña, que no se atrevían a pedir un trasvase de agua a Rajoy, que aguantaban como podían el clamor los vecinos de varios pueblos por la regresión y el estado deplorable de sus playas, que daban tumbos con la ansiada liberalización de la autopista, que se resignaban a excusarse con hacer uso del llamado modelo alemán para pagar la obra que permita prolongar la autovía hasta Cataluña, que no hicieron pressing sobre el ministro de turno para poner de inmediato en marcha más trenes de Cercanías hasta el Maestrat..., ahora resulta que claman al cielo para que el nuevo Gobierno de Sánchez lo tenga todo listo en menos de cien días.

Y buena parte de quienes estaban día sí y otro también quejándose por la falta de tacto del Ejecutivo central con nuestra provincia, abandonada de la mano de Dios, ahora relajan su tono reivindicativo porque el partido al que pertenecen ostenta desde hace unas semanas el poder. Es decir, el mundo completamente al revés.

Con lo sencillo que sería llegar a pactos inquebrantables cuando se trata de cuestiones fundamentales para la prosperidad de la provincia a fin de, gobierne quien gobierne, caminar todos a una en la misma dirección. Pero no hay manera y el ciudadano se tiene que despertar cada mañana con noticias cuyos argumentos que presentan los políticos dan risa por su incoherencia.