En el goteo de decisiones que se han sucedido hasta la confirmación de la composición del nuevo Gobierno que Pedro Sánchez comunicó el domingo al Rey, un gesto, el de reservar a la ministra Teresa Ribera una cuarta vicepresidencia, la de Transición Ecológica y Reto Demográfico, ha sido interpretado casi en exclusiva en términos de equilibrio interno. Tras unos primeros momentos de incomodidad ante la respuesta de Sánchez al anuncio unilateral de las carteras ministeriales de Podemos, Pablo Iglesias se apresuró a cerrar filas en torno al nombramiento.

Pero la creación de esta nueva vicepresidencia es mucho más que un episodio más de los tanteos entre los que ha avanzado la gestión del primer Ejecutivo de coalición de la democracia. La confirmación de Ribera al frente de la política ambiental era bienvenida tanto por las organizaciones ecologistas como por algunos de sus interlocutores en los sectores empresariales que deben afrontar una profunda transformación, como los de la energía y la automoción. Y que a su continuidad se añada el rango otorgado a su cartera señala la importancia que el nuevo Ejecutivo da a las respuestas a la emergencia climática y pone en manos de Ribera la coordinación de políticas que necesariamente deben ser transversales.

La incorporación a esta vicepresidencia del Reto Demográfico le atribuye un conjunto de políticas que van más allá del reequilibrio territorial al que se ha comprometido un Gobierno. La transformación energética incluye la reconversión de actividades, como el carbón y la generación eléctrica, que requieren un enfoque ambiental pero que incluya también alternativas de futuro.