La arrogancia en política nunca es buena. Y fruto de la soberbia disparatada de Benlloch, Vila-real ha perdido 6,5 millones de euros. La explicación es muy sencilla: mientras municipios como Castellón y Burriana optaron por aprovechar el trabajo que la Diputación había hecho para optar a las ayudas de la Unión Europea, Vila-real decidió no aprovechar el trabajo por su cuenta y riesgo. Al final, esos municipios han conseguido 15 millones de euros y Vila-real, cero.

¿Y por qué? Simplemente por su mala relación con el resto de alcaldes socialistas, por querer ser más que sus compañeros. Porque Benlloch quiere ser el jefe de los socialistas de Castellón y para ello utiliza a los vecinos de Vila-real. Ahora, el alcalde ha rectificado y, como siempre, improvisa y pide mancomunar el Millars para optar a esas ayudas. Es decir: reconoce que ir por solitario no ha servido de nada y que su altanería nos ha perjudicado a todos.

Su caso es como el del joven Ícaro que tanto se acercó al sol con sus alas de cera que acabó cayendo al mar por pura ambición. Y lo peor es no asumir con humildad el varapalo, sino intentar culpar a los demás. No puede ser que Vila-real, en lugar de avanzar, esté siempre inmersa en una guerra política por las malas relaciones de Benlloch con todo el mundo: sus compañeros de partido y con el resto de grupos.

La única prioridad del PP es ser un partido útil, estar al lado de los vecinos y conseguir que el Ayuntamiento gestione de forma responsable. Y por eso no podemos estar al lado de aquellos que deciden gastar en caprichos los recursos públicos y luego subir los impuestos. No podemos apoyar a aquellos que compran un Gran Casino para tener un despacho, ni aquellos que duplican el gasto en protocolo o que se gastan 12.000 euros en comidas y no quieren hacer públicas las facturas, o gastar más de 4.300 euros al año en que una empresa externa actualice el Facebook del SME. H

*Portavoz del PP en Vila-real