Apartir de este lunes, el martes en el caso de la Comunitat Valenciana y otras autonomías, debido a que hoy es festivo, se producirá la vuelta al trabajo en los sectores que han estado paralizados dos semanas aprovechando la Semana Santa, básicamente la construcción y la industria pesada, mediante el establecimiento de un permiso retribuido y recuperable. El regreso parcial a la actividad está envuelto en la polémica porque algunos responsables políticos, sostienen que es un error levantar las restricciones y relajar el confinamiento.

Pedro Sánchez lo niega y asegura que España seguirá en confinamiento, que solo se revierte la «hibernación» de la economía y que la llamada «desescalada» solo se producirá, como pronto, a finales de abril. Y justifica su decisión en el aval del comité científico que asesora al Gobierno. Es lo mismo que dicen quienes no piensan esto para sostener lo contrario, hasta el punto de que el presidente del Gobierno ha recibido cartas de sus opositores apoyando su negativa en la opinión de su comité de expertos y en las asociaciones profesionales del sector sanitario.

Cada parte tiene sus expertos y la diversidad de criterios demuestra que las discrepancias no son profesionales, sino políticas. Y políticas deben ser las decisiones que deben tomar los gobernantes, asesorados por los expertos, pero como una opinión más, que en muchos casos es matizada, insegura o dudosa, dadas las incertidumbres que una enfermedad tan nueva como el covid-19 plantea. Sánchez ha tomado una decisión discutible y habrá que esperar a ver si se producen rebrotes, pero hay también razones económicas para evitar que la destrucción del tejido industrial se convierta en irrecuperable. Cada mes de confinamiento puede significar una caída de dos o tres puntos del PIB, que la CEOE calcula que descenderá este año entre el 6% y el 9%. Aunque el confinamiento siempre puede volver a endurecerse, a lo que Sánchez se comprometió si la curva de contagios no desciende, aquellos presidentes que no están de acuerdo califican la decisión de levantar las restricciones de «irresponsabilidad», «temeridad» e «imprudencia absoluta». Todas las medidas de protección deben ser bienvenidas, pero muchos ciudadanos se sienten indefensos también cuando el rifirrafe político alcanza tal intensidad en plena crisis sanitaria.

Los presidentes autonómicos de Cataluña, Euskadi, Galicia y Andalucía (estos dos últimos del PP) son los que reprochan a Sánchez improvisación, falta de información y no participar en las decisiones que se adoptan. Es una prueba más de que la unidad que el presidente del Gobierno pide para alcanzar acuerdos de «reconstrucción económica y social» está muy lejos de conseguirse, aunque Sánchez se esfuerce en minimizar las discrepancias. La batalla política a cuenta de la pandemia del coronavrius, encabezada por el PP y por Vox, cada vez más enfrentados al Gobierno PSOE-UP, impide lamentablemente esa «desescalada en la tensión política» que Sánchez reclama.