Hastiado de los flases de las cámaras de los teléfonos móviles y de todo tipo de pantallas, el papa Francisco ha proclamado que no aguanta más. Que no quiere dar más misas que parezcan shows televisivos y no actos religiosos y de fe. Que ya no soporta ver a tantas monjas, curas y arzobispos transmutados en fanáticos ante una estrella del rock. Francisco no esconde su preocupación y lo resume en una de las frases lanzadas en una audiencia del miércoles: «¡Qué tristeza cuando celebro misa y veo tantos móviles levantados!».

El papa Francisco critica la espectacularización de esas misas en las que, de repente, se rompe la armonía en el instante en que el sacerdote dice a los fieles que «levanten sus corazones». El cura eleva sus brazos... y ¡¡sorpresa!! La única respuesta que recibe de los fieles son centenares de teléfonos alzados para realizar fotografías y vídeos, se lamenta Francisco.

La fiebre por retratar todo cuanto sucede en la plaza de San Pedro y sus alrededores resulta desquiciante al parecer. Todos los asistentes a las misas (fieles, obispos, curas...), advierte el Papa, desenfundan los móviles cuando deberían estar «encontrando la pasión y la resurrección del Señor». «Hay que ir a misa para esto y no a estar entretenido con cualquier otra cosa». Francisco también aprovecha para dar un tirón de arejas a quienes tildan de aburridas las celebraciones religiosas. «El señor está en la misa».

EJEMPLO A SEGUIR // El papa antimóvil también regaña a quienes se pasan la misa mirando el Whatsapp. Les aconseja que sigan el ejemplo de «un gran número de cristianos que han resistido hasta la muerte para defender la eucaristía, y de aquellos que aún tienen que arriesgar su vida para ir a la misa dominical». ¿Conseguirá Francisco su propósito? ¿Volverán los fieles a levantar los corazones y dejarán los móviles en los bolsillos? La respuesta, seguramente, podrá vivirla en la bendición de este próximo domingo en la plaza vaticana.