Fallecido ayer en Madrid a los 83 años, Narciso Ibáñez Serrador (Montevideo, 1935) ha escrito algunas de las páginas más inquietantes del audiovisual fantástico español cuando el género era mucho más minoritario. Lo hizo en la televisión con Historias para no dormir y en el cine con solo dos películas, La residencia y ¿Quién puede matar a un niño?

Conocido popularmente como Chicho, fue un verdadero francotirador en uno y otro medio. Directores españoles que hoy practican el cine de terror con normalidad, como J. A. Bayona, Jaume Balagueró, Álex de la Iglesia, Nacho Vigalondo, Alejandro Amenábar, Rodrigo Cortés, Juan Carlos Fresnadillo y Paco Plaza, fueron los encargados de escenificar el pasado mes de febrero, durante la celebración de los premios Goya, la entrega del Goya de Honor a Chicho, saldando así parte de la deuda que habían contraído con él. Estaba muy enfermo y no pudo asistir a la ceremonia.

TODOS LOS MEDIOS // Poco caso le hizo la crítica y un poco más el público. Eso en España. Entre los seguidores franceses e italianos del fantástico, era un nombre muy cotizado. En cuanto al público televisivo, ese es otro cantar. Dio en la diana con el programa-concurso más célebre de Televisión Española, Un, dos, tres... responda otra vez, que se prolongó, en diversas etapas, desde 1972 hasta el 2004, e hizo célebres a los anfitriones Kiko Ledgard, Miriam Díaz de Aroca y Mayra Gómez Kemp, a Don Cicuta, Las Tacañonas, la calabaza Ruperta y diversas azafatas de gafas ovaladas y ropa ligera que contaban los puntos de los concursantes, entre ellas Ágata Lys, Blanca Estrada, Victoria Abril y Silvia Marsó.

Supo diseñar el concurso catódico más hedonista menos de una década después de haber creado la serie de terror y misterio modélica. Historias para no dormir debutó en 1966, tuvo una segunda temporada entre 1967 y 1968, un resurgir en 1974 con un solo episodio titulado El televisor, ya rodado en color, y volvió con una nueva tanda de historias macabras, pero menos logradas, en 1982. La primera temporada es la mejor, un fascinante descenso al horror mental y físico rodada con la suficiente imaginación para nivelar la precariedad de medios: donde no llegaba la técnica de la cámara y el dinero para las escenografías, aparecía la originalidad del planteamiento, la creación de una atmósfera turbadora y las espléndidas interpretaciones del padre de Chicho, Narciso Ibáñez Menta.

Lo mismo intento Chicho en el cine, en un momento en el que el género de horror español no iba más allá de los filmes de Paul Naschy como hombre lobo y las aventuras de Jesús Franco. La residencia (1969) está ambientada en una residencia para señoritas y mezcla, en un ambiente asfixiante, crímenes y pulsiones sexuales. ¿Quién puede matar a un niño? (1976) es un hito respecto a la representación de la infancia como un ente amenazante: una pareja de turistas británicos llega a una pequeña isla española habitada solo por niños.