El último mes y medio ha sido la puntilla final a una sequía cíclica que ya dura tres años. Según los datos de la Agencia Española de Meteorología, entre el 1 de octubre y el 14 de noviembre las precipitaciones fueron un 63% inferiores a los valores normales en ese periodo. De hecho, aunque haya empezado a llover en Galicia, allí mismo hay mucho por recuperar pues en muchas de las zonas de esta comunidad apenas ha llovido el 25% de la media de los últimos años. Así pues, en un momento clave para aumentar el nivel de las reservas estas no han hecho sino descender.

El pasado martes, el Ministerio de Agricultura y Pesca confirmó que en la última semana el conjunto de los embalses había perdido el 0,2% del agua que tenían y que la reserva hidráulica estaba solo al 37% de su capacidad. Según estos datos el año ya es el peor de este siglo XXI, ya que nunca antes de esta semana 47 del año los embalses habían tenido menos agua que la que tienen almacenada ahora. En este mismo punto del calendario, el año pasado estaban al 48,1% y en 2010 en el 66,5%. De hecho, el actual dato es el peor desde 1995, cuando los embalses descendieron en esta misma semana al 26,8%.

Con esta complicadísima situación y sin visos de que haya un aumento de las precipitaciones tan significativo como para cambiar la tendencia, se da por hecho que habrá restricciones severas en muchas cuencas durante 2018. A las habituales del sureste peninsular, se sumarán con toda probabilidad la del Guadiana, que esta misma semana ya ha declarado la situación de urgencia en varias zonas, o la del Duero, que ahora se encuentran por debajo del 30%. Pero el problema se extiende por toda la península.

Ante esta situación, los propios regentes no ven más solución que empezar a cambiar el mapa de los cultivos. Andrés del Campo, presidente de la Federación Nacional de Regantes, aseguró que habrá que «adaptar los cultivos al agua disponible» y que eso supondrá que habrá que plantar menos hectáreas de maíz, arroz, remolacha y algunas hortalizas y hortofrutícolas. Del campo apuntó que supondrá un «trauma muy fuerte» para los agricultores que tengan que apostar por cultivos de secano menos rentables.