La Agencia Espacial Europea (ESA) reemprende la exploración de Marte, ahora con la colaboración de Rusia, con el lanzamiento este lunes de la primera fase de ExoMars, un ambicioso programa científico cuyo gran objetivo vuelve a ser la detección en el planeta rojo de vida pasada o incluso reciente, fundamentalmente a partir de la búsqueda de fuentes de metano. La misión, formada por un orbitador y un módulo que se posará en el suelo, allanará el terreno para la llegada dos años después de un vehículo móvil cuyo instrumento más espectacular es un percutor que podrá horadar la superficie. “Es una misión impresionante que pone a Europa dentro del esquema de exploración global de Marte”, insiste el español Álvaro Giménez, director de Ciencia de la ESA.

El metano es la clave. Este gas, cuya presencia fue detectada por primera vez en Marte en el año 2004, intriga a los científicos puesto que su existencia en la atmósfera terrestre se debe a menudo a procesos biológicos. Como sus moléculas tienen una corta vida antes de degradarse por efecto de la radiación ultravioleta, es imposible que sean herencia de otros tiempos épocas, sino el resultado de alguna fuente actual desconocida. Como explica Leo Metcalfe, responsable de operaciones científicas de ExoMars 2016, "si las fuentes son geológicas, volcánicas, también será importante porque, en la Tierra, la combinación de actividad volcánica y agua es fundamental para la vida”.

ORBITADOR Y ATERRIZADOR

Los dos elementos de ExoMars 2016, el orbitador TGO y el aterrizadorSchiaparelli (o EDM), despegarán desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán) a bordo de un cohete rusoProtón-M. Está previsto que alcancen su destino el próximo octubre. TGO es la nave mayor tamaño enviada por la ESA a Marte, con más de 3.700 kilos de masa al partir, y es la primera vez desde las misiones Viking de la NASA en la década de los 70 que se utiliza una arquitectura de misión de este tipo, con una sonda que despliega un aterrizador.

Tres días antes de llegar a Marte, Schiaprelli se desprenderá de TGO. Para reducir la velocidad y tener un aterrizaje con garantías, el módulo ensayará una técnica que combina aerofrenado, paracaídas y, finalmente, un sistema de cohetes retropropulsores. Si no surgen imprevistos, Schiaparelli se posará en la región de Meridiani Planum, no lejos de donde se encuentra el 'rover' Opportunity de la NASA. Allí permanecerá activo un tiempo máximo de ocho días, hasta el agotamiento de sus baterías.

FUTUROS VUELOS

TGO, por su parte, entrará en su órbita para las operaciones científicas, a 400 kilómetros de altitud. Su principal objetivo será estudiar la presencia de metano y de otros gases (como vapor de agua u óxidos de nitrógeno) que puedan apuntar a un origen biológico. "La presencia de metano, por muy pequeña que sea, es uno de los enigmas que los científicos tienen más interés en resolver", subraya la ESA. La vida media del gas es corta en escalas de tiempo geológicas, y las diferentes misiones que lo han detectado han descubierto también que su cantidad varía en el tiempo y según su localización. "Así que tiene que haber una fuente de emisión en la superficie que lo reponga en la atmósfera de forma regular", insiste la agencia espacial.

La misión también tiene servirá para planificar futuros vuelos. TGO, por ejemplo, confeccionará mapas del hidrógeno presente en el subsuelo que ayudarán a elegir los lugares de aterrizaje de misiones venideras concebidas para buscar hielo de agua. Trabajará durante al menos un año marciano, poco menos de dos años terrestres. La llegada de Schiaparelli, por su parte, permitirá poner a prueba el nuevo sistema de aterrizaje, especialmente su capacidad para controlar su orientación y velocidad en el contacto con la superficie, que será muy útil para una misión de retorno de muestras programada para el 2020.

Destacada participación española

Científicos españoles participan de modo activo en la misión. El Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), con Julio Rodríguez al frente, es colíder en Nomad, uno de los intrumentos clave del orbitador TGO, formado por dos espectrómetros de infrarrojo y uno ultravioleta para la identificación de los componentes en la atmósfera de Marte (podrá, por ejemplo, distinguir si el metano es de origen biológico o geológico). El programa ExoMars tiene, en conjunto, un presupuesto de 1.300 millones de euros, con una participación española del 6,7%.