Cuando el actual director de la DGT, Pere Navarro, aludió el martes a las dificultades de rebajar en España el límite de velocidad de las carreteras convencionales sabía de lo que hablaba. Una de sus antecesores, María Seguí, salió ayer a la palestra para contar que su propuesta se quedó en un cajón del Ministerio del Interior en el 2013 porque desde la cúpula del mismo dijeron que «no era el momento adecuado». «Fue un acto de cobardía política total», describió.

Seguí, la máxima responsable de Tráfico entre el 2012 y el 2015, dejó claro que cualquier técnico o experto en seguridad vial no tiene ninguna duda del impacto de la velocidad en los fallecidos y heridos graves en accidente de tráfico y que, por tanto, levantar el pie del acelerador disminuye el riesgo y los fallecidos de forma «rigurosa» y «objetiva».

«Ojalá este Consejo de Ministros no tenga pánico a revolucionar un asunto que afecta a todo el país», deseó, después de que Navarro pusiera sobre la mesa de nuevo reducir los límites de velocidad en las carreteras convencionales.