El Mediterráneo se ha convertido en la frontera más peligrosa del mundo, un auténtico cementerio de niños, mujeres y hombres, jóvenes y adultos, en su inmensa mayoría anónimos». Así de tajante se muestra sobre la crisis de la inmigración el catedrático de Filosofía del Derecho y director del Instituto de Derechos Humanos de la Universitat de València, Javier de Lucas, que reprocha a los poderes políticos su inoperancia ante las miles de personas que cada año pierden su vida en el Mediterráneo.

La oenegé United, sita en Ámsterdam y con información de 550 organizaciones de 48 países, recopila desde 1993 el número de vidas de inmigrantes y refugiados que se cobra este mar. Hasta el 30 de septiembre del año pasado, la entidad sin ánimo de lucro cifra en 35.597 las personas que han fallecido luchando por llegar a Europa en busca de una vida mejor y más digna. «Para algunos políticos esas vidas cuentan en la medida en que cuentan, esto es, si resultan rentables o no. Muchos señalan a Trump y su obsesión por el muro, pero lo cierto es que buena parte de los gobiernos europeos practican de modo descarado o vergonzante esta misma respuesta, a mi juicio ignominiosa», recrimina el experto.

Según el informe Travesías desesperadas de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), el año pasado murieron 2.275 personas intentando cruzar el Mediterráneo rumbo al viejo continente. A pesar de haberse producido una importante disminución en el número de llegadas de migrantes a las costas europeas, España encabeza el número de entradas al continente por esta vía por primera vez en los últimos años, con 65.400 personas. Detrás se sitúan Grecia, con 50.500, e Italia, con 23.400.

RUTA MORTÍFERA // El estudio destaca que el descenso de operaciones de rescate ha consolidado a esta ruta marítima como «la más mortífera del mundo» y pone de relieve que las políticas de inmigración de algunos países europeos han provocado que un elevado número de personas quedaran atoradas en alta mar durante prolongados espacios de tiempo a la espera de conseguir autorización para desembarcar. Un diagnóstico en el que coincide el catedrático. «Nuestras políticas para imponer unilateralmente el control migratorio han llegado a la perversión de incluir como objetivo prioritario dificultar que quienes necesitan la protección internacional puedan llegar a presentarla. Nos aseguramos de que solamente lleguen los migrantes que sean estrictamente necesarios para las exigencias de nuestro mercado de trabajo y únicamente mientras su presencia incrementa la cuenta de beneficios», recrimina de Lucas.

The List es un proyecto itinerante que recorre las ciudades de Europa exhibiendo la lista --en constante actualización-- elaborada por la oenegé United en la que aparece el nombre, el origen y la causa de la muerte de las 35.597 personas en el mar a causa de las «políticas restrictivas» de Europa, según critica la organización. Las señales que envía este trabajo son reveladoras: a pesar de que el 80% de las muertes ocurren en el mar, más de 400 personas se han suicidado y 600 han muerto violentamente, ya sea en acciones policiales o incluso terroristas. A partir del 2014, en plena crisis siria, se percibe cómo crecen los ahogamientos y se detecta cómo cambian las muertes de costa cuando la UE exporta la cuestión migratoria a África: los decesos en Europa se reducen a la mitad y se doblan los registrados en aguas africanas. «Son vidas humanas, como la mía o la suya. Respetar el derecho a la vida es sobre todo respetar la vida de esos otros, que son igualmente dignos que nosotros», concluye el experto.